Hemos iniciado el tiempo de Cuaresma. Esta semana celebramos el Miércoles de Ceniza y desde ya tenemos la oportunidad de analizar nuestra vida a la luz del Evangelio, como si la pudiésemos ver en un espejo. Deberíamos revisar nuestro testimonio cristiano, mirarnos en el espejo interior para descubrir el egoísmo espiritual, la vanidad, el orgullo, la indiferencia, la tibieza, nuestras debilidades y defectos y todos aquellos aspectos negativos que afean al ser humano. No podemos aquietarnos, ni concentrarnos, ni pacificar nuestro corazón, ni aislarnos para un diálogo a solas con Dios. Nos sentimos descorazonados, defraudados, impotentes y sin lograr apagar nuestra sed en la fuente de Vida Abundante. Nos dejamos dominar por las emociones, sentimientos o sensaciones. Somos víctimas de nuestras propias emociones. Aunque hay personas que son afectadas más profundamente que otras. En una misma circunstancia, dos hombres reaccionan de diferente manera: uno se agita notablemente y el otro, en cambio, ni siquiera se inquieta. De hecho, hay individuos que disimulan o interiorizan sus emociones y son más propensos a ser afectados. Por el contrario, hay seres que demuestran claramente sus emociones, no las reprimen, se enojan un momento y rápidamente se olvidan de todo el asunto. Lo ideal es aprender a usar o dominar las emociones constructivamente. Las emociones son involuntarias, podemos aprender a manejarlas después que aparecen aunque no tengamos control sobre su llegada. Las emociones destructivas afectan los sistemas respiratorio, circulatorio, digestivo y nervioso. Por ejemplo, cuando tenemos miedo perdemos el aliento y el cuerpo produce ciertas toxinas venenosas que pueden llevar hasta la enfermedad. Cuando nos enojamos, la cara se nos pone roja por la excitación en el sistema nervioso. Veamos ahora las emociones positivas. Cuántas veces hemos llegado al final del día cansados y arriba alguien a invitarnos a una reunión que nos gusta. Inmediatamente se nos quita la pesadez y nos sentimos frescos como lechuga. La emoción de la alegría sobrepasa al cansancio negativo. Algunas veces estamos trabajando en algo que no nos gusta y llega una persona estimada a ayudarnos. Muy pronto estamos terminando la labor con ánimo y energía. Las emociones constructivas producen energía positiva que debemos usar distribuida a través de todo el cuerpo para producir bienestar, vitalidad y salud. Así pues, iniciemos la Cuaresma con el debido uso de las emociones para poder orar profundamente, dar limosna material y espiritual al prójimo y, por último, practicar la austeridad por medio de la abstinencia y del ayuno. Febrero 2010.
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MIMI PANAYOTTI BIENVENIDO
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