LAS MADRES NECESITAN AYUDA
La importancia de la maternidad y de la familia ha perdido en los
momentos actuales su verdadera dimensión Ya no se les respeta
y se les ama como merecen. Se puede comprobar un serio aumento
en la inestabilidad familiar, con graves consecuencias para los hijos,
como los más afectados en los divorcios, rupturas o separaciones
familiares.
En Honduras, por ejemplo, más del 50% de las parejas que hacen
vida marital son uniones sólo de hecho (como se dice vulgarmente,
están únicamente amachinados). No tienen ni vínculo matrimonial
religioso ni civil.
A este hecho se suma otra verdad: el alto porcentaje de madres
solteras o abandonadas, obligadas a criar ellas solas a sus hijos, con
casi nada o pocos recursos. Por esta situación se observa el aumento
de niñas y niños hambrientos, enfermos, pordioseros, vagos, re-
sistoleros, alcohólicos, criminales y prostitutos.
Son muchos los factores que influyen para tal estado de cosas, como
la falta de educación, de medios de comunicación positivos, de valores
morales y religiosos, de fuentes de trabajo, de salarios justos, y la
predominancia del egoísmo, de la infidelidad, de las drogas y del alco-
hol, del materialismo, etc. Hay además una profunda crisis de conceptos
o pérdida de la verdad.
Al perderse la verdad, se pierden la familia, la libertad y el amor.
La realidad es que la mujer a medida que se ha ido incorporando
como fuerza de trabajo en los diferentes campos sociales, comerciales
e industriales, ha demostrado su capacidad y responsabilidad. Al
educarse, la mujer adquirió poder y confianza sobre sí misma. Hoy
sabemos que el grado de cultura alcanzado por una civilización se
mide por el puesto que ocupe en ella la mujer.
Para la mujer puede ser una necesidad económica ejercer fuera de
casa una profesión distinta al trabajo realizado dentro de su hogar. En
este caso, ella debe ser ayudada por el hombre y demás miembros de
la familia. Al mismo tiempo, debe haber leyes protectoras de la mujer
que le ayuden en su doble función.
En resumen, está muy bien que la mujer de hoy ayude al sostenimiento
del hogar, trabajando fuera de su casa con una profesión u oficio, pero
está mal que se diga que la maternidad la esclaviza y que los hijos no le
permiten realizarse. Como asevera Helena de Fonseca: “es urgentísimo
reivindicar los derechos básicos de la mujer, los valores más preciados
que ella tiene: el derecho a formar una familia y el don de la maternidad.
Se da un irrespeto a la mujer que libremente elige la profesión de ser
esposa y madre y que dedica lo mejor de su tiempo a la procreación y
formación de sus hijos. No se acepta que la proyección social más
importante que posee la mujer es la de ser madre y educadora de sus
hijos. La sociedad del futuro se construye sobre la base de la familia,
en donde la mujer realiza una tarea insustituible. En esta función de
madre y educadora es como la mujer alcanza uno de sus más altos
logros y por el cual merece el más grande respeto. Que la mujer no
deje de ser mujer”.
Mayo 2003.