El 25 de Mayo recién pasado fue el día dedicado al comunicador
social y en especial al periodista hondureño. No hay duda alguna
de la gran labor orientadora, informativa, educadora y de
entretenimiento que realizan los graduados del cuarto poder. Y qué
decir de los descubrimientos de los escándalos y movidas corruptas
que se han destapado gracias a la sagacidad, inteligencia e investigación
de reporteros y periodistas.
Sin embargo, hay un grupo de padres y madres de familia, abuelos y
ciudadanos en Estados Unidos, quienes están sumamente indignados
ante el daño que la programación del cine actual, televisión, música en
videos y discos está ocasionando a los hijos, familias y país en general.
La revista Mensaje, de la Arquidiócesis de New Orleans, ha pu-
blicado un artículo con el nombre de “Vergüenza le debería dar a los
medios de comunicación”, levantando y proclamando una petición
abierta a la industria responsable de la presentación de espectáculos y
entretenimientos públicos.
Como esta petición puede aplicarse de igual manera en cualquier
país del mundo influenciado y bombardeado por los medios de co-
municación, creemos oportuno transcribir algunos párrafos de dicho
artículo:
“Vergüenza le debería dar a los programadores de televisión, cuya
motivación por lograr puntos y ganancias dan como resultado que la
gran mayoría de jóvenes de l6 años hayan visto más de 200 000 actos
de violencia y 33 000 asesinatos a tan corta edad. ¿Cómo extrañarnos
de que la violencia se haya ya convertido en epidemia?
Vergüenza le debería dar a Hollywood con su incontable corriente
de películas que presentan desnudez, profanación, sexo, violencia y
asesinatos.
Ejemplo de ello es el taquillazo gigante “Instinto Básico” (Basic In-
stinct) que expone asesinatos durante los orgasmos, fijando así una
nueva escala de perversión para el cine moderno.
Vergüenza le debería dar a la industria musical, que permite a los
cantantes ––ídolos de nuestros hijos–– la publicación de discos y vi-
deos musicales que descaradamente inducen al sexo y “le dicen” a
nuestros hijos que el sexo es correcto a cualquier edad... que todos lo
“están haciendo”... y que la abstinencia es anticuada.
Vergüenza le debería dar a los productores de telenovelas, cuyos
estándares de decencia han caído tan bajo que uno de ellos aconseja
a sus escritores: “caliente, que tus obras sean calientes”, cuando ellos
saben bien que para las horas de la tarde más de dos tercios de sus
televidentes son niños.
Los causantes de tanto sexo, violencia, inmundicia y profanación son
los escritores, directores, productores, cantantes, actores, etc. Pero
ellos están sujetos al control de otras personas. ¡Lo que verdaderamente
se necesita es que las Juntas de Directores de sus compañías les orde-
nen que paren tal desenfreno!
Estamos aquí pidiendo a todos los lectores que nos ayuden a publicar
este artículo a través de toda América. Sabemos que solitos no po-
dremos poner fin a tanta corrupción, pero estamos seguros que unidos
sí podremos lograrlo.
Evítennos la censura, ustedes que están en la industria del entrete-
nimiento. Entiendan que esta no es una apelación a la prudencia, sino
que lo único que queremos es que el cine, la televisión y los productores
de discos actúen responsablemente. Nuestros hijos, nuestras familias
y nuestro país están siendo demasiado maltratados para que nosotros
podamos guardar silencio.
Lo único necesario es que suficientes personas de las que estamos
indignadas hagamos algo. ¿Podemos contar con usted?”
Junio l996.
コメント