Los obispos centroamericanos pidieron, durante una visita en Washington, una prórroga para la ratificación del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, más conocido como CAFTA, afirmando que sus puntos negativos ponían a la región frente a la alternativa del debate o la violencia. Según la revista Vida Nueva, los centroamericanos antes huían de la guerra y ahora lo hacen para escapar de la violencia del hambre, y corremos el riesgo de haber ganado la guerra pero estar perdiendo la paz, declaró el Cardenal Maradiaga. Según el prelado hondureño, la democracia formal tiene en Honduras 24 años de vigencia, pero no ha podido mejorar la calidad de vida de siete millones de hondureños, Estamos de acuerdo en una economía sana, en la lucha contra la corrupción, en reducir la inflación y el déficit fiscal, pero el asunto es que no lo estamos logrando, prosiguió el Cardenal Rodríguez, al tiempo que reiteró que lo realmente visible es el sacrificio de las mayorías y la espera, sin fin, para la llegada de tiempos mejores. El TLC también preocupa a otros episcopados de América Latina, explicó el Cardenal Rodríguez, y anunció que próximamente se celebrará un encuentro en Sao Paulo (Brasil) en que trataremos de definir una postura de la Iglesia Católica de América Latina ante el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA). El CAFTA está ya negociado y firmado, pero no aprobado por los respectivos Congresos, mientras que el ALCA tiene previsto concluir el proceso de negociaciones en Enero de 2005 y entrar en vigor en Diciembre de ese mismo año. De acuerdo con la ONU, de los más de 36 millones de personas que habitan la región, cerca de 25 millones están en diversos niveles de pobreza. El 60% de sus habitantes vive en zonas rurales, lo que hace a todas estas naciones depender para sus ingresos de las exportaciones agropecuarias, que no son competitivas en un mercado internacional protegido por los subsidios. Un ejemplo de esta situación es que la cuarta parte de la población adulta en El Salvador, Guatemala y Honduras depende para su sustento básico de las remesas familiares provenientes de Estados Unidos –– unos 5000 millones de dólares anuales––, las cuales representan un tercio de los ingresos monetarios de los receptores, según el BID. Las cifras de beneficiados ––1.3 millones de los 6.7 millones de habitantes de El Salvador; 1.5 millones de los 12.6 millones en Guatemala, y 600 000 de los 7.1 millones en Honduras–– convierten a estos tres países en la región que más envíos de dinero per cápita percibe en América Latina, según los expertos. Octubre 2004.
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MIMI PANAYOTTI BIENVENIDO
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