SER RENOVADO COMO EL ÁGUILA
En el tercer aniversario de fundación del grupo de las esposas
de los Hombres Cristianos de Negocios, celebrado recientemente,
me regalaron una hoja suelta con el titulo mencionado arriba: “Sé re-
novado como el águila”. No estaba firmada por nadie pero me parece
interesante darles a conocer algunas ideas de dicho escrito.
“El ave más interesante y magnífica que surca los cielos es el águila.
Tiene vida más prolongada; se remonta a mayor altura y es de vista
más aguda que cualquier otra ave. De entre todas las aves es la que
mejor se destaca al volar. El salmista David, siendo pastor en su ju-
ventud, conocía bien al águila. Él observaba mientras esta majestuosa
ave se remontaba grácil e independientemente y la comparó al hijo de
Dios que, como el águila, es rejuvenecido.
El águila nos recuerda que es posible vivir en una dimensión en la
cual, por fe, podemos remontarnos por encima de las tempestades de
la vida. ¿Cómo es posible vivir y permanecer en tal victoria? Renovando
fuerzas. Un águila puede volar en picada por encima de un feroz león
montés y, con una sola garra, triturarle la espina dorsal. Puede zambullir
el pico en un lago cristalino y llevarse la mejor pesca del día.
¿Se ha preguntado alguna vez cómo el águila, que trasnocha en la
lluvia o en la nieve, jamás se enferma por hacerlo? Si intentáramos lo
mismo, nunca sobreviviríamos. Pero el águila no sólo sobrevive sino
que tal clima le favorece grandemente. El águila ha sido diseñada por
Dios de tal manera que, diariamente desde su interior, emana aceite
fresco. Este aceite reviste su plumaje y lo hace resistente a la intemperie.
Mientras exista un fluir del aceite el águila se mantiene robusta y
victoriosa.
El aceite es un símbolo del Espíritu Santo. Este aceite nos protege y
nos ayuda a seguir adelante. Es por eso que Pablo dijo: ‘Sed llenos
del Espíritu’ (Efesios 5:18). El fluir de este aceite debe provenir de
nuestro interior.
Durante la edad madura existe una etapa en el desarrollo del águila
en la cual sufre una crisis. Llega un momento donde ya no le es tan fácil
cazar la presa. Lucha por seguir adelante. La vida se torna muy
complicada. Esto es evidente al observar la condición de las plumas.
Su plumaje se ha secado porque el aceite ha dejado de fluir. Sus plumas
ya no son flexibles sino quebradizas. Su capa externa se torna flácida
y está deteriorada. Se ve enferma. No se siente bien. En esta etapa de
su vida el águila vuela a la cima de la montaña donde nació, alrededor
de 900 a 1500 metros de altura, y allí comienza a examinarse la capa
externa. Cuidadosamente inspecciona cada pluma seca o muerta y la
arranca. Literalmente ¡el águila se despluma viva! Es un proceso
doloroso, sangriento, humillante y grotesco. Pero es la única forma de
ser renovado.
El águila sigue el plan de Dios. Si arranca las plumas que no sirven, Él
las reemplazará. Las plumas nuevas nunca crecen por encima de las
viejas. Las viejas deben ser desechadas para dar lugar a las nuevas.
El águila permanece en el altiplano cerca de tres o cuatro meses.
Nadie se le acerca. Está completamente sola. Siente el viento fuerte.
Está oscuro. Está bajo presión y eso es muy solitario. Pero si tiene un
poco de paciencia, algún día volará con el mismo vigor de antes.
Puede ser que Dios le esté enviando a una montaña en esta etapa de
vida. De ser así, talvez descubra algunas plumas que necesitan ser
reemplazadas para que el aceite pueda fluir de nuevo. Nunca es fácil
dar una mirada a nuestro interior, pero el resultado final vale la pena.
Si estamos dispuestos a arrancar las plumas de desconfianza, duda y
temor a medida que esperamos con paciencia ante la presencia del
Señor, Él las reemplazará con fe, esperanza y amor.
Entonces a través de la real experiencia aprenderemos el significado
de las palabras: ‘Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas;
levantarán alas como las águilas’ (Isaías 40:31)”.
Julio 1998.