¿SE FÍA USTED DE LOS ADIVINOS?
Los psíquicos, espiritistas, adivinos, leedores de cartas, gitanos,
brujos, astrólogos, agoreros y otros más que se parecen, han
florecido mucho en los últimos años, especialmente en Europa y
América.
En los periódicos y en la televisión se puede ver los anuncios de
estas personas divulgando “todo lo bueno” que pueden hacer por el
hombre: curar enfermedades mortales, prosperar en los negocios, conseguir la felicidad por medio del amor inducido de aquel que los
desprecia, ganar en la lotería, en fin, obtener todo lo que se pueda
desear y que no se ha logrado. Con sólo llamar a un número telefónico
se puede alcanzar la dicha. A veces el mensaje es muy corto, pero las
imágenes en la televisión son muy insinuantes y elocuentes.
Y esto no es nada nuevo. La humanidad desde sus meros comienzos
ha seguido el mismo camino. Es como si de cierto modo no progresáramos porque el mundo está lleno de bobos, ingenuos o tontos, de
quienes los “vivos” se aprovechan haciéndoles creer cualquier idiotez
a cambio de dinero.
La historia de Jorge de Jesús, un leproso venezolano, nos puede dar
una gran lección. Un buen día Jorge se sintió mal; le salieron unas
manchas en la piel y después se le formaban heridas. Siguió experimentando el dolor sin que ninguna medicina le ayudara. Había oído
hablar de ciertas personas con poderes especiales para las enfermedades. Recurrió a uno de esos “magos” para que lo sanase de su
dolencia.
En seguida, el “doctor” le dio la receta y le explicó la razón de su mal:
le habían hecho un maleficio. Para curarse tenía que seguir sus
instrucciones al pie de la letra. Y el sencillo de Jorge cumplió hasta el
último detalle: puso limones en forma de cruz en la entrada de la casa,
roció con sangre de gallina la casa...
Pasaron los meses y Jorge no se curaba. La lepra siguió avanzando.
Visitó nuevamente al “médico” y le cambió la receta, atacando al mal
desde su origen. “Tiene que vender sus vacas, sin regatear, pues los
malos espíritus se vengarán de usted si las vende caras”, le dijo. Se le
presenta otro “vivo” (en combinación con el curandero) que le compra
las vacas casi regaladas.
La historia siguió hasta que Jorge vendió la casa, la finca, el auto y
todo lo de valor que poseía para pagar las consultas, que eran
carísimas, además de 300 cajas de aguardiente que tuvo que entregarle
pues “los espíritus hablan en medio del aguardiente y del tabaco”.
Lo único que salvó de la venta de sus propiedades fue una pequeña
cantidad de dólares, con la cual compró una pequeña propiedad en
otra ciudad más chica, donde le construyeron una casita los seminaristas
redentoristas y actualmente vive allí con su esposa y su hija ya casada.
En este nuevo lugar Jorge encontró a Jesús en el movimiento
carismático. Puso su confianza en Él y con la ayuda de la vacuna de un
médico venezolano mejoró notablemente. Al poco tiempo podía
caminar ayudado por muletas, aunque tenía los dedos de los pies y de
las manos comidos por la lepra. Al fin fue valiente y contó su historia
para que otros no sean engañados con esas charlatanerías.
No puede negarse que hay personas que tienen dones paranormales
(no sobrenaturales) que les permiten leer la mente o subconsciente de
otras personas. La religión acepta sin problemas la existencia de estos
dones y su uso, debidamente controlado, puede ser de gran ayuda en
muchos casos. Pero hay gente que atribuye sus capacidades a espíritus
de muertos que se les encarnan, o a inspiraciones de seres del más allá
y eso sí ya es una desviación religiosa.
Hay estudios científicos, con bibliografías serias y datos comprobados
que se pueden estudiar; sin embargo, hay gran cantidad de aficionados o charlatanes que se cubren con las “ciencias ocultas”, con
conclusiones tontas y que causan terrible confusión en las mentes de
nivel popular. No debemos creer ni pagar ningún dinero a estos
“dotados”. Confiemos únicamente en Jesucristo, el Hijo del Dios Vivo
pues sólo Él puede asegurarnos la vida eterna más allá de la muerte.
Mayo 2001.Pasaron los meses y Jorge no se curaba. La lepra siguió avanzando.
Visitó nuevamente al “médico” y le cambió la receta, atacando al mal
desde su origen. “Tiene que vender sus vacas, sin regatear, pues los
malos espíritus se vengarán de usted si las vende caras”, le dijo. Se le
presenta otro “vivo” (en combinación con el curandero) que le compra
las vacas casi regaladas.
La historia siguió hasta que Jorge vendió la casa, la finca, el auto y
todo lo de valor que poseía para pagar las consultas, que eran
carísimas, además de 300 cajas de aguardiente que tuvo que entregarle
pues “los espíritus hablan en medio del aguardiente y del tabaco”.
Lo único que salvó de la venta de sus propiedades fue una pequeña
cantidad de dólares, con la cual compró una pequeña propiedad en
otra ciudad más chica, donde le construyeron una casita los seminaristas
redentoristas y actualmente vive allí con su esposa y su hija ya casada.
En este nuevo lugar Jorge encontró a Jesús en el movimiento
carismático. Puso su confianza en Él y con la ayuda de la vacuna de un
médico venezolano mejoró notablemente. Al poco tiempo podía
caminar ayudado por muletas, aunque tenía los dedos de los pies y de
las manos comidos por la lepra. Al fin fue valiente y contó su historia
para que otros no sean engañados con esas charlatanerías.
No puede negarse que hay personas que tienen dones paranormales
(no sobrenaturales) que les permiten leer la mente o subconsciente de
otras personas. La religión acepta sin problemas la existencia de estos
dones y su uso, debidamente controlado, puede ser de gran ayuda en
muchos casos. Pero hay gente que atribuye sus capacidades a espíritus
de muertos que se les encarnan, o a inspiraciones de seres del más allá
y eso sí ya es una desviación religiosa.
Hay estudios científicos, con bibliografías serias y datos comprobados
que se pueden estudiar; sin embargo, hay gran cantidad de aficionados o charlatanes que se cubren con las “ciencias ocultas”, con
conclusiones tontas y que causan terrible confusión en las mentes de
nivel popular. No debemos creer ni pagar ningún dinero a estos
“dotados”. Confiemos únicamente en Jesucristo, el Hijo del Dios Vivo
pues sólo Él puede asegurarnos la vida eterna más allá de la muerte.
Mayo 2001.Pasaron los meses y Jorge no se curaba. La lepra siguió avanzando.
Visitó nuevamente al “médico” y le cambió la receta, atacando al mal
desde su origen. “Tiene que vender sus vacas, sin regatear, pues los
malos espíritus se vengarán de usted si las vende caras”, le dijo. Se le
presenta otro “vivo” (en combinación con el curandero) que le compra
las vacas casi regaladas.
La historia siguió hasta que Jorge vendió la casa, la finca, el auto y
todo lo de valor que poseía para pagar las consultas, que eran
carísimas, además de 300 cajas de aguardiente que tuvo que entregarle
pues “los espíritus hablan en medio del aguardiente y del tabaco”.
Lo único que salvó de la venta de sus propiedades fue una pequeña
cantidad de dólares, con la cual compró una pequeña propiedad en
otra ciudad más chica, donde le construyeron una casita los seminaristas
redentoristas y actualmente vive allí con su esposa y su hija ya casada.
En este nuevo lugar Jorge encontró a Jesús en el movimiento
carismático. Puso su confianza en Él y con la ayuda de la vacuna de un
médico venezolano mejoró notablemente. Al poco tiempo podía
caminar ayudado por muletas, aunque tenía los dedos de los pies y de
las manos comidos por la lepra. Al fin fue valiente y contó su historia
para que otros no sean engañados con esas charlatanerías.
No puede negarse que hay personas que tienen dones paranormales
(no sobrenaturales) que les permiten leer la mente o subconsciente de
otras personas. La religión acepta sin problemas la existencia de estos
dones y su uso, debidamente controlado, puede ser de gran ayuda en
muchos casos. Pero hay gente que atribuye sus capacidades a espíritus
de muertos que se les encarnan, o a inspiraciones de seres del más allá
y eso sí ya es una desviación religiosa.
Hay estudios científicos, con bibliografías serias y datos comprobados
que se pueden estudiar; sin embargo, hay gran cantidad de aficionados o charlatanes que se cubren con las “ciencias ocultas”, con
conclusiones tontas y que causan terrible confusión en las mentes de
nivel popular. No debemos creer ni pagar ningún dinero a estos
“dotados”. Confiemos únicamente en Jesucristo, el Hijo del Dios Vivo
pues sólo Él puede asegurarnos la vida eterna más allá de la muerte.
Mayo 2001.Pasaron los meses y Jorge no se curaba. La lepra siguió avanzando.
Visitó nuevamente al “médico” y le cambió la receta, atacando al mal
desde su origen. “Tiene que vender sus vacas, sin regatear, pues los
malos espíritus se vengarán de usted si las vende caras”, le dijo. Se le
presenta otro “vivo” (en combinación con el curandero) que le compra
las vacas casi regaladas.
La historia siguió hasta que Jorge vendió la casa, la finca, el auto y
todo lo de valor que poseía para pagar las consultas, que eran
carísimas, además de 300 cajas de aguardiente que tuvo que entregarle
pues “los espíritus hablan en medio del aguardiente y del tabaco”.
Lo único que salvó de la venta de sus propiedades fue una pequeña
cantidad de dólares, con la cual compró una pequeña propiedad en
otra ciudad más chica, donde le construyeron una casita los seminaristas
redentoristas y actualmente vive allí con su esposa y su hija ya casada.
En este nuevo lugar Jorge encontró a Jesús en el movimiento
carismático. Puso su confianza en Él y con la ayuda de la vacuna de un
médico venezolano mejoró notablemente. Al poco tiempo podía
caminar ayudado por muletas, aunque tenía los dedos de los pies y de
las manos comidos por la lepra. Al fin fue valiente y contó su historia
para que otros no sean engañados con esas charlatanerías.
No puede negarse que hay personas que tienen dones paranormales
(no sobrenaturales) que les permiten leer la mente o subconsciente de
otras personas. La religión acepta sin problemas la existencia de estos
dones y su uso, debidamente controlado, puede ser de gran ayuda en
muchos casos. Pero hay gente que atribuye sus capacidades a espíritus
de muertos que se les encarnan, o a inspiraciones de seres del más allá
y eso sí ya es una desviación religiosa.
Hay estudios científicos, con bibliografías serias y datos comprobados
que se pueden estudiar; sin embargo, hay gran cantidad de aficionados o charlatanes que se cubren con las “ciencias ocultas”, con
conclusiones tontas y que causan terrible confusión en las mentes de
nivel popular. No debemos creer ni pagar ningún dinero a estos
“dotados”. Confiemos únicamente en Jesucristo, el Hijo del Dios Vivo
pues sólo Él puede asegurarnos la vida eterna más allá de la muerte.
Mayo 2001.Pasaron los meses y Jorge no se curaba. La lepra siguió avanzando.
Visitó nuevamente al “médico” y le cambió la receta, atacando al mal
desde su origen. “Tiene que vender sus vacas, sin regatear, pues los
malos espíritus se vengarán de usted si las vende caras”, le dijo. Se le
presenta otro “vivo” (en combinación con el curandero) que le compra
las vacas casi regaladas.
La historia siguió hasta que Jorge vendió la casa, la finca, el auto y
todo lo de valor que poseía para pagar las consultas, que eran
carísimas, además de 300 cajas de aguardiente que tuvo que entregarle
pues “los espíritus hablan en medio del aguardiente y del tabaco”.
Lo único que salvó de la venta de sus propiedades fue una pequeña
cantidad de dólares, con la cual compró una pequeña propiedad en
otra ciudad más chica, donde le construyeron una casita los seminaristas
redentoristas y actualmente vive allí con su esposa y su hija ya casada.
En este nuevo lugar Jorge encontró a Jesús en el movimiento
carismático. Puso su confianza en Él y con la ayuda de la vacuna de un
médico venezolano mejoró notablemente. Al poco tiempo podía
caminar ayudado por muletas, aunque tenía los dedos de los pies y de
las manos comidos por la lepra. Al fin fue valiente y contó su historia
para que otros no sean engañados con esas charlatanerías.
No puede negarse que hay personas que tienen dones paranormales
(no sobrenaturales) que les permiten leer la mente o subconsciente de
otras personas. La religión acepta sin problemas la existencia de estos
dones y su uso, debidamente controlado, puede ser de gran ayuda en
muchos casos. Pero hay gente que atribuye sus capacidades a espíritus
de muertos que se les encarnan, o a inspiraciones de seres del más allá
y eso sí ya es una desviación religiosa.
Hay estudios científicos, con bibliografías serias y datos comprobados
que se pueden estudiar; sin embargo, hay gran cantidad de aficionados o charlatanes que se cubren con las “ciencias ocultas”, con
conclusiones tontas y que causan terrible confusión en las mentes de
nivel popular. No debemos creer ni pagar ningún dinero a estos
“dotados”. Confiemos únicamente en Jesucristo, el Hijo del Dios Vivo
pues sólo Él puede asegurarnos la vida eterna más allá de la muerte.
Mayo 2001.Pasaron los meses y Jorge no se curaba. La lepra siguió avanzando.
Visitó nuevamente al “médico” y le cambió la receta, atacando al mal
desde su origen. “Tiene que vender sus vacas, sin regatear, pues los
malos espíritus se vengarán de usted si las vende caras”, le dijo. Se le
presenta otro “vivo” (en combinación con el curandero) que le compra
las vacas casi regaladas.
La historia siguió hasta que Jorge vendió la casa, la finca, el auto y
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carísimas, además de 300 cajas de aguardiente que tuvo que entregarle
pues “los espíritus hablan en medio del aguardiente y del tabaco”.
Lo único que salvó de la venta de sus propiedades fue una pequeña
cantidad de dólares, con la cual compró una pequeña propiedad en
otra ciudad más chica, donde le construyeron una casita los seminaristas
redentoristas y actualmente vive allí con su esposa y su hija ya casada.
En este nuevo lugar Jorge encontró a Jesús en el movimiento
carismático. Puso su confianza en Él y con la ayuda de la vacuna de un
médico venezolano mejoró notablemente. Al poco tiempo podía
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las manos comidos por la lepra. Al fin fue valiente y contó su historia
para que otros no sean engañados con esas charlatanerías.
No puede negarse que hay personas que tienen dones paranormales
(no sobrenaturales) que les permiten leer la mente o subconsciente de
otras personas. La religión acepta sin problemas la existencia de estos
dones y su uso, debidamente controlado, puede ser de gran ayuda en
muchos casos. Pero hay gente que atribuye sus capacidades a espíritus
de muertos que se les encarnan, o a inspiraciones de seres del más allá
y eso sí ya es una desviación religiosa.
Hay estudios científicos, con bibliografías serias y datos comprobados
que se pueden estudiar; sin embargo, hay gran cantidad de aficionados o charlatanes que se cubren con las “ciencias ocultas”, con
conclusiones tontas y que causan terrible confusión en las mentes de
nivel popular. No debemos creer ni pagar ningún dinero a estos
“dotados”. Confiemos únicamente en Jesucristo, el Hijo del Dios Vivo
pues sólo Él puede asegurarnos la vida eterna más allá de la muerte.
Mayo 2001.Pasaron los meses y Jorge no se curaba. La lepra siguió avanzando.
Visitó nuevamente al “médico” y le cambió la receta, atacando al mal
desde su origen. “Tiene que vender sus vacas, sin regatear, pues los
malos espíritus se vengarán de usted si las vende caras”, le dijo. Se le
presenta otro “vivo” (en combinación con el curandero) que le compra
las vacas casi regaladas.
La historia siguió hasta que Jorge vendió la casa, la finca, el auto y
todo lo de valor que poseía para pagar las consultas, que eran
carísimas, además de 300 cajas de aguardiente que tuvo que entregarle
pues “los espíritus hablan en medio del aguardiente y del tabaco”.
Lo único que salvó de la venta de sus propiedades fue una pequeña
cantidad de dólares, con la cual compró una pequeña propiedad en
otra ciudad más chica, donde le construyeron una casita los seminaristas
redentoristas y actualmente vive allí con su esposa y su hija ya casada.
En este nuevo lugar Jorge encontró a Jesús en el movimiento
carismático. Puso su confianza en Él y con la ayuda de la vacuna de un
médico venezolano mejoró notablemente. Al poco tiempo podía
caminar ayudado por muletas, aunque tenía los dedos de los pies y de
las manos comidos por la lepra. Al fin fue valiente y contó su historia
para que otros no sean engañados con esas charlatanerías.
No puede negarse que hay personas que tienen dones paranormales
(no sobrenaturales) que les permiten leer la mente o subconsciente de
otras personas. La religión acepta sin problemas la existencia de estos
dones y su uso, debidamente controlado, puede ser de gran ayuda en
muchos casos. Pero hay gente que atribuye sus capacidades a espíritus
de muertos que se les encarnan, o a inspiraciones de seres del más allá
y eso sí ya es una desviación religiosa.
Hay estudios científicos, con bibliografías serias y datos comprobados
que se pueden estudiar; sin embargo, hay gran cantidad de aficionados o charlatanes que se cubren con las “ciencias ocultas”, con
conclusiones tontas y que causan terrible confusión en las mentes de
nivel popular. No debemos creer ni pagar ningún dinero a estos
“dotados”. Confiemos únicamente en Jesucristo, el Hijo del Dios Vivo
pues sólo Él puede asegurarnos la vida eterna más allá de la muerte.
Mayo 2001.Pasaron los meses y Jorge no se curaba. La lepra siguió avanzando.
Visitó nuevamente al “médico” y le cambió la receta, atacando al mal
desde su origen. “Tiene que vender sus vacas, sin regatear, pues los
malos espíritus se vengarán de usted si las vende caras”, le dijo. Se le
presenta otro “vivo” (en combinación con el curandero) que le compra
las vacas casi regaladas.
La historia siguió hasta que Jorge vendió la casa, la finca, el auto y
todo lo de valor que poseía para pagar las consultas, que eran
carísimas, además de 300 cajas de aguardiente que tuvo que entregarle
pues “los espíritus hablan en medio del aguardiente y del tabaco”.
Lo único que salvó de la venta de sus propiedades fue una pequeña
cantidad de dólares, con la cual compró una pequeña propiedad en
otra ciudad más chica, donde le construyeron una casita los seminaristas
redentoristas y actualmente vive allí con su esposa y su hija ya casada.
En este nuevo lugar Jorge encontró a Jesús en el movimiento
carismático. Puso su confianza en Él y con la ayuda de la vacuna de un
médico venezolano mejoró notablemente. Al poco tiempo podía
caminar ayudado por muletas, aunque tenía los dedos de los pies y de
las manos comidos por la lepra. Al fin fue valiente y contó su historia
para que otros no sean engañados con esas charlatanerías.
No puede negarse que hay personas que tienen dones paranormales
(no sobrenaturales) que les permiten leer la mente o subconsciente de
otras personas. La religión acepta sin problemas la existencia de estos
dones y su uso, debidamente controlado, puede ser de gran ayuda en
muchos casos. Pero hay gente que atribuye sus capacidades a espíritus
de muertos que se les encarnan, o a inspiraciones de seres del más allá
y eso sí ya es una desviación religiosa.
Hay estudios científicos, con bibliografías serias y datos comprobados
que se pueden estudiar; sin embargo, hay gran cantidad de aficionados o charlatanes que se cubren con las “ciencias ocultas”, con
conclusiones tontas y que causan terrible confusión en las mentes de
nivel popular. No debemos creer ni pagar ningún dinero a estos
“dotados”. Confiemos únicamente en Jesucristo, el Hijo del Dios Vivo
pues sólo Él puede asegurarnos la vida eterna más allá de la muerte.
Mayo 2001.Pasaron los meses y Jorge no se curaba. La lepra siguió avanzando.
Visitó nuevamente al “médico” y le cambió la receta, atacando al mal
desde su origen. “Tiene que vender sus vacas, sin regatear, pues los
malos espíritus se vengarán de usted si las vende caras”, le dijo. Se le
presenta otro “vivo” (en combinación con el curandero) que le compra
las vacas casi regaladas.
La historia siguió hasta que Jorge vendió la casa, la finca, el auto y
todo lo de valor que poseía para pagar las consultas, que eran
carísimas, además de 300 cajas de aguardiente que tuvo que entregarle
pues “los espíritus hablan en medio del aguardiente y del tabaco”.
Lo único que salvó de la venta de sus propiedades fue una pequeña
cantidad de dólares, con la cual compró una pequeña propiedad en
otra ciudad más chica, donde le construyeron una casita los seminaristas
redentoristas y actualmente vive allí con su esposa y su hija ya casada.
En este nuevo lugar Jorge encontró a Jesús en el movimiento
carismático. Puso su confianza en Él y con la ayuda de la vacuna de un
médico venezolano mejoró notablemente. Al poco tiempo podía
caminar ayudado por muletas, aunque tenía los dedos de los pies y de
las manos comidos por la lepra. Al fin fue valiente y contó su historia
para que otros no sean engañados con esas charlatanerías.
No puede negarse que hay personas que tienen dones paranormales
(no sobrenaturales) que les permiten leer la mente o subconsciente de
otras personas. La religión acepta sin problemas la existencia de estos
dones y su uso, debidamente controlado, puede ser de gran ayuda en
muchos casos. Pero hay gente que atribuye sus capacidades a espíritus
de muertos que se les encarnan, o a inspiraciones de seres del más allá
y eso sí ya es una desviación religiosa.
Hay estudios científicos, con bibliografías serias y datos comprobados
que se pueden estudiar; sin embargo, hay gran cantidad de aficionados o charlatanes que se cubren con las “ciencias ocultas”, con
conclusiones tontas y que causan terrible confusión en las mentes de
nivel popular. No debemos creer ni pagar ningún dinero a estos
“dotados”. Confiemos únicamente en Jesucristo, el Hijo del Dios Vivo
pues sólo Él puede asegurarnos la vida eterna más allá de la muerte.
Mayo 2001.Pasaron los meses y Jorge no se curaba. La lepra siguió avanzando.
Visitó nuevamente al “médico” y le cambió la receta, atacando al mal
desde su origen. “Tiene que vender sus vacas, sin regatear, pues los
malos espíritus se vengarán de usted si las vende caras”, le dijo. Se le
presenta otro “vivo” (en combinación con el curandero) que le compra
las vacas casi regaladas.
La historia siguió hasta que Jorge vendió la casa, la finca, el auto y
todo lo de valor que poseía para pagar las consultas, que eran
carísimas, además de 300 cajas de aguardiente que tuvo que entregarle
pues “los espíritus hablan en medio del aguardiente y del tabaco”.
Lo único que salvó de la venta de sus propiedades fue una pequeña
cantidad de dólares, con la cual compró una pequeña propiedad en
otra ciudad más chica, donde le construyeron una casita los seminaristas
redentoristas y actualmente vive allí con su esposa y su hija ya casada.
En este nuevo lugar Jorge encontró a Jesús en el movimiento
carismático. Puso su confianza en Él y con la ayuda de la vacuna de un
médico venezolano mejoró notablemente. Al poco tiempo podía
caminar ayudado por muletas, aunque tenía los dedos de los pies y de
las manos comidos por la lepra. Al fin fue valiente y contó su historia
para que otros no sean engañados con esas charlatanerías.
No puede negarse que hay personas que tienen dones paranormales
(no sobrenaturales) que les permiten leer la mente o subconsciente de
otras personas. La religión acepta sin problemas la existencia de estos
dones y su uso, debidamente controlado, puede ser de gran ayuda en
muchos casos. Pero hay gente que atribuye sus capacidades a espíritus
de muertos que se les encarnan, o a inspiraciones de seres del más allá
y eso sí ya es una desviación religiosa.
Hay estudios científicos, con bibliografías serias y datos comprobados
que se pueden estudiar; sin embargo, hay gran cantidad de aficionados o charlatanes que se cubren con las “ciencias ocultas”, con
conclusiones tontas y que causan terrible confusión en las mentes de
nivel popular. No debemos creer ni pagar ningún dinero a estos
“dotados”. Confiemos únicamente en Jesucristo, el Hijo del Dios Vivo
pues sólo Él puede asegurarnos la vida eterna más allá de la muerte.
Mayo 2001.Pasaron los meses y Jorge no se curaba. La lepra siguió avanzando.
Visitó nuevamente al “médico” y le cambió la receta, atacando al mal
desde su origen. “Tiene que vender sus vacas, sin regatear, pues los
malos espíritus se vengarán de usted si las vende caras”, le dijo. Se le
presenta otro “vivo” (en combinación con el curandero) que le compra
las vacas casi regaladas.
La historia siguió hasta que Jorge vendió la casa, la finca, el auto y
todo lo de valor que poseía para pagar las consultas, que eran
carísimas, además de 300 cajas de aguardiente que tuvo que entregarle
pues “los espíritus hablan en medio del aguardiente y del tabaco”.
Lo único que salvó de la venta de sus propiedades fue una pequeña
cantidad de dólares, con la cual compró una pequeña propiedad en
otra ciudad más chica, donde le construyeron una casita los seminaristas
redentoristas y actualmente vive allí con su esposa y su hija ya casada.
En este nuevo lugar Jorge encontró a Jesús en el movimiento
carismático. Puso su confianza en Él y con la ayuda de la vacuna de un
médico venezolano mejoró notablemente. Al poco tiempo podía
caminar ayudado por muletas, aunque tenía los dedos de los pies y de
las manos comidos por la lepra. Al fin fue valiente y contó su historia
para que otros no sean engañados con esas charlatanerías.
No puede negarse que hay personas que tienen dones paranormales
(no sobrenaturales) que les permiten leer la mente o subconsciente de
otras personas. La religión acepta sin problemas la existencia de estos
dones y su uso, debidamente controlado, puede ser de gran ayuda en
muchos casos. Pero hay gente que atribuye sus capacidades a espíritus
de muertos que se les encarnan, o a inspiraciones de seres del más allá
y eso sí ya es una desviación religiosa.
Hay estudios científicos, con bibliografías serias y datos comprobados
que se pueden estudiar; sin embargo, hay gran cantidad de aficionados o charlatanes que se cubren con las “ciencias ocultas”, con
conclusiones tontas y que causan terrible confusión en las mentes de
nivel popular. No debemos creer ni pagar ningún dinero a estos
“dotados”. Confiemos únicamente en Jesucristo, el Hijo del Dios Vivo
pues sólo Él puede asegurarnos la vida eterna más allá de la muerte.
Mayo 2001.Pasaron los meses y Jorge no se curaba. La lepra siguió avanzando.
Visitó nuevamente al “médico” y le cambió la receta, atacando al mal
desde su origen. “Tiene que vender sus vacas, sin regatear, pues los
malos espíritus se vengarán de usted si las vende caras”, le dijo. Se le
presenta otro “vivo” (en combinación con el curandero) que le compra
las vacas casi regaladas.
La historia siguió hasta que Jorge vendió la casa, la finca, el auto y
todo lo de valor que poseía para pagar las consultas, que eran
carísimas, además de 300 cajas de aguardiente que tuvo que entregarle
pues “los espíritus hablan en medio del aguardiente y del tabaco”.
Lo único que salvó de la venta de sus propiedades fue una pequeña
cantidad de dólares, con la cual compró una pequeña propiedad en
otra ciudad más chica, donde le construyeron una casita los seminaristas
redentoristas y actualmente vive allí con su esposa y su hija ya casada.
En este nuevo lugar Jorge encontró a Jesús en el movimiento
carismático. Puso su confianza en Él y con la ayuda de la vacuna de un
médico venezolano mejoró notablemente. Al poco tiempo podía
caminar ayudado por muletas, aunque tenía los dedos de los pies y de
las manos comidos por la lepra. Al fin fue valiente y contó su historia
para que otros no sean engañados con esas charlatanerías.
No puede negarse que hay personas que tienen dones paranormales
(no sobrenaturales) que les permiten leer la mente o subconsciente de
otras personas. La religión acepta sin problemas la existencia de estos
dones y su uso, debidamente controlado, puede ser de gran ayuda en
muchos casos. Pero hay gente que atribuye sus capacidades a espíritus
de muertos que se les encarnan, o a inspiraciones de seres del más allá
y eso sí ya es una desviación religiosa.
Hay estudios científicos, con bibliografías serias y datos comprobados
que se pueden estudiar; sin embargo, hay gran cantidad de aficionados o charlatanes que se cubren con las “ciencias ocultas”, con
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nivel popular. No debemos creer ni pagar ningún dinero a estos
“dotados”. Confiemos únicamente en Jesucristo, el Hijo del Dios Vivo
pues sólo Él puede asegurarnos la vida eterna más allá de la muerte.
Mayo 2001.Pasaron los meses y Jorge no se curaba. La lepra siguió avanzando.
Visitó nuevamente al “médico” y le cambió la receta, atacando al mal
desde su origen. “Tiene que vender sus vacas, sin regatear, pues los
malos espíritus se vengarán de usted si las vende caras”, le dijo. Se le
presenta otro “vivo” (en combinación con el curandero) que le compra
las vacas casi regaladas.
La historia siguió hasta que Jorge vendió la casa, la finca, el auto y
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carísimas, además de 300 cajas de aguardiente que tuvo que entregarle
pues “los espíritus hablan en medio del aguardiente y del tabaco”.
Lo único que salvó de la venta de sus propiedades fue una pequeña
cantidad de dólares, con la cual compró una pequeña propiedad en
otra ciudad más chica, donde le construyeron una casita los seminaristas
redentoristas y actualmente vive allí con su esposa y su hija ya casada.
En este nuevo lugar Jorge encontró a Jesús en el movimiento
carismático. Puso su confianza en Él y con la ayuda de la vacuna de un
médico venezolano mejoró notablemente. Al poco tiempo podía
caminar ayudado por muletas, aunque tenía los dedos de los pies y de
las manos comidos por la lepra. Al fin fue valiente y contó su historia
para que otros no sean engañados con esas charlatanerías.
No puede negarse que hay personas que tienen dones paranormales
(no sobrenaturales) que les permiten leer la mente o subconsciente de
otras personas. La religión acepta sin problemas la existencia de estos
dones y su uso, debidamente controlado, puede ser de gran ayuda en
muchos casos. Pero hay gente que atribuye sus capacidades a espíritus
de muertos que se les encarnan, o a inspiraciones de seres del más allá
y eso sí ya es una desviación religiosa.
Hay estudios científicos, con bibliografías serias y datos comprobados
que se pueden estudiar; sin embargo, hay gran cantidad de aficionados o charlatanes que se cubren con las “ciencias ocultas”, con
conclusiones tontas y que causan terrible confusión en las mentes de
nivel popular. No debemos creer ni pagar ningún dinero a estos
“dotados”. Confiemos únicamente en Jesucristo, el Hijo del Dios Vivo
pues sólo Él puede asegurarnos la vida eterna más allá de la muerte.
Mayo 2001.Pasaron los meses y Jorge no se curaba. La lepra siguió avanzando.
Visitó nuevamente al “médico” y le cambió la receta, atacando al mal
desde su origen. “Tiene que vender sus vacas, sin regatear, pues los
malos espíritus se vengarán de usted si las vende caras”, le dijo. Se le
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las vacas casi regaladas.
La historia siguió hasta que Jorge vendió la casa, la finca, el auto y
todo lo de valor que poseía para pagar las consultas, que eran
carísimas, además de 300 cajas de aguardiente que tuvo que entregarle
pues “los espíritus hablan en medio del aguardiente y del tabaco”.
Lo único que salvó de la venta de sus propiedades fue una pequeña
cantidad de dólares, con la cual compró una pequeña propiedad en
otra ciudad más chica, donde le construyeron una casita los seminaristas
redentoristas y actualmente vive allí con su esposa y su hija ya casada.
En este nuevo lugar Jorge encontró a Jesús en el movimiento
carismático. Puso su confianza en Él y con la ayuda de la vacuna de un
médico venezolano mejoró notablemente. Al poco tiempo podía
caminar ayudado por muletas, aunque tenía los dedos de los pies y de
las manos comidos por la lepra. Al fin fue valiente y contó su historia
para que otros no sean engañados con esas charlatanerías.
No puede negarse que hay personas que tienen dones paranormales
(no sobrenaturales) que les permiten leer la mente o subconsciente de
otras personas. La religión acepta sin problemas la existencia de estos
dones y su uso, debidamente controlado, puede ser de gran ayuda en
muchos casos. Pero hay gente que atribuye sus capacidades a espíritus
de muertos que se les encarnan, o a inspiraciones de seres del más allá
y eso sí ya es una desviación religiosa.
Hay estudios científicos, con bibliografías serias y datos comprobados
que se pueden estudiar; sin embargo, hay gran cantidad de aficionados o charlatanes que se cubren con las “ciencias ocultas”, con
conclusiones tontas y que causan terrible confusión en las mentes de
nivel popular. No debemos creer ni pagar ningún dinero a estos
“dotados”. Confiemos únicamente en Jesucristo, el Hijo del Dios Vivo
pues sólo Él puede asegurarnos la vida eterna más allá de la muerte.
Mayo 2001.Pasaron los meses y Jorge no se curaba. La lepra siguió avanzando.
Visitó nuevamente al “médico” y le cambió la receta, atacando al mal
desde su origen. “Tiene que vender sus vacas, sin regatear, pues los
malos espíritus se vengarán de usted si las vende caras”, le dijo. Se le
presenta otro “vivo” (en combinación con el curandero) que le compra
las vacas casi regaladas.
La historia siguió hasta que Jorge vendió la casa, la finca, el auto y
todo lo de valor que poseía para pagar las consultas, que eran
carísimas, además de 300 cajas de aguardiente que tuvo que entregarle
pues “los espíritus hablan en medio del aguardiente y del tabaco”.
Lo único que salvó de la venta de sus propiedades fue una pequeña
cantidad de dólares, con la cual compró una pequeña propiedad en
otra ciudad más chica, donde le construyeron una casita los seminaristas
redentoristas y actualmente vive allí con su esposa y su hija ya casada.
En este nuevo lugar Jorge encontró a Jesús en el movimiento
carismático. Puso su confianza en Él y con la ayuda de la vacuna de un
médico venezolano mejoró notablemente. Al poco tiempo podía
caminar ayudado por muletas, aunque tenía los dedos de los pies y de
las manos comidos por la lepra. Al fin fue valiente y contó su historia
para que otros no sean engañados con esas charlatanerías.
No puede negarse que hay personas que tienen dones paranormales
(no sobrenaturales) que les permiten leer la mente o subconsciente de
otras personas. La religión acepta sin problemas la existencia de estos
dones y su uso, debidamente controlado, puede ser de gran ayuda en
muchos casos. Pero hay gente que atribuye sus capacidades a espíritus
de muertos que se les encarnan, o a inspiraciones de seres del más allá
y eso sí ya es una desviación religiosa.
Hay estudios científicos, con bibliografías serias y datos comprobados
que se pueden estudiar; sin embargo, hay gran cantidad de aficionados o charlatanes que se cubren con las “ciencias ocultas”, con
conclusiones tontas y que causan terrible confusión en las mentes de
nivel popular. No debemos creer ni pagar ningún dinero a estos
“dotados”. Confiemos únicamente en Jesucristo, el Hijo del Dios Vivo
pues sólo Él puede asegurarnos la vida eterna más allá de la muerte.
Mayo 2001.Pasaron los meses y Jorge no se curaba. La lepra siguió avanzando.
Visitó nuevamente al “médico” y le cambió la receta, atacando al mal
desde su origen. “Tiene que vender sus vacas, sin regatear, pues los
malos espíritus se vengarán de usted si las vende caras”, le dijo. Se le
presenta otro “vivo” (en combinación con el curandero) que le compra
las vacas casi regaladas.
La historia siguió hasta que Jorge vendió la casa, la finca, el auto y
todo lo de valor que poseía para pagar las consultas, que eran
carísimas, además de 300 cajas de aguardiente que tuvo que entregarle
pues “los espíritus hablan en medio del aguardiente y del tabaco”.
Lo único que salvó de la venta de sus propiedades fue una pequeña
cantidad de dólares, con la cual compró una pequeña propiedad en
otra ciudad más chica, donde le construyeron una casita los seminaristas
redentoristas y actualmente vive allí con su esposa y su hija ya casada.
En este nuevo lugar Jorge encontró a Jesús en el movimiento
carismático. Puso su confianza en Él y con la ayuda de la vacuna de un
médico venezolano mejoró notablemente. Al poco tiempo podía
caminar ayudado por muletas, aunque tenía los dedos de los pies y de
las manos comidos por la lepra. Al fin fue valiente y contó su historia
para que otros no sean engañados con esas charlatanerías.
No puede negarse que hay personas que tienen dones paranormales
(no sobrenaturales) que les permiten leer la mente o subconsciente de
otras personas. La religión acepta sin problemas la existencia de estos
dones y su uso, debidamente controlado, puede ser de gran ayuda en
muchos casos. Pero hay gente que atribuye sus capacidades a espíritus
de muertos que se les encarnan, o a inspiraciones de seres del más allá
y eso sí ya es una desviación religiosa.
Hay estudios científicos, con bibliografías serias y datos comprobados
que se pueden estudiar; sin embargo, hay gran cantidad de aficionados o charlatanes que se cubren con las “ciencias ocultas”, con
conclusiones tontas y que causan terrible confusión en las mentes de
nivel popular. No debemos creer ni pagar ningún dinero a estos
“dotados”. Confiemos únicamente en Jesucristo, el Hijo del Dios Vivo
pues sólo Él puede asegurarnos la vida eterna más allá de la muerte.
Mayo 2001.Pasaron los meses y Jorge no se curaba. La lepra siguió avanzando.
Visitó nuevamente al “médico” y le cambió la receta, atacando al mal
desde su origen. “Tiene que vender sus vacas, sin regatear, pues los
malos espíritus se vengarán de usted si las vende caras”, le dijo. Se le
presenta otro “vivo” (en combinación con el curandero) que le compra
las vacas casi regaladas.
La historia siguió hasta que Jorge vendió la casa, la finca, el auto y
todo lo de valor que poseía para pagar las consultas, que eran
carísimas, además de 300 cajas de aguardiente que tuvo que entregarle
pues “los espíritus hablan en medio del aguardiente y del tabaco”.
Lo único que salvó de la venta de sus propiedades fue una pequeña
cantidad de dólares, con la cual compró una pequeña propiedad en
otra ciudad más chica, donde le construyeron una casita los seminaristas
redentoristas y actualmente vive allí con su esposa y su hija ya casada.
En este nuevo lugar Jorge encontró a Jesús en el movimiento
carismático. Puso su confianza en Él y con la ayuda de la vacuna de un
médico venezolano mejoró notablemente. Al poco tiempo podía
caminar ayudado por muletas, aunque tenía los dedos de los pies y de
las manos comidos por la lepra. Al fin fue valiente y contó su historia
para que otros no sean engañados con esas charlatanerías.
No puede negarse que hay personas que tienen dones paranormales
(no sobrenaturales) que les permiten leer la mente o subconsciente de
otras personas. La religión acepta sin problemas la existencia de estos
dones y su uso, debidamente controlado, puede ser de gran ayuda en
muchos casos. Pero hay gente que atribuye sus capacidades a espíritus
de muertos que se les encarnan, o a inspiraciones de seres del más allá
y eso sí ya es una desviación religiosa.
Hay estudios científicos, con bibliografías serias y datos comprobados
que se pueden estudiar; sin embargo, hay gran cantidad de aficionados o charlatanes que se cubren con las “ciencias ocultas”, con
conclusiones tontas y que causan terrible confusión en las mentes de
nivel popular. No debemos creer ni pagar ningún dinero a estos
“dotados”. Confiemos únicamente en Jesucristo, el Hijo del Dios Vivo
pues sólo Él puede asegurarnos la vida eterna más allá de la muerte.
Mayo 2001.Pasaron los meses y Jorge no se curaba. La lepra siguió avanzando.
Visitó nuevamente al “médico” y le cambió la receta, atacando al mal
desde su origen. “Tiene que vender sus vacas, sin regatear, pues los
malos espíritus se vengarán de usted si las vende caras”, le dijo. Se le
presenta otro “vivo” (en combinación con el curandero) que le compra
las vacas casi regaladas.
La historia siguió hasta que Jorge vendió la casa, la finca, el auto y
todo lo de valor que poseía para pagar las consultas, que eran
carísimas, además de 300 cajas de aguardiente que tuvo que entregarle
pues “los espíritus hablan en medio del aguardiente y del tabaco”.
Lo único que salvó de la venta de sus propiedades fue una pequeña
cantidad de dólares, con la cual compró una pequeña propiedad en
otra ciudad más chica, donde le construyeron una casita los seminaristas
redentoristas y actualmente vive allí con su esposa y su hija ya casada.
En este nuevo lugar Jorge encontró a Jesús en el movimiento
carismático. Puso su confianza en Él y con la ayuda de la vacuna de un
médico venezolano mejoró notablemente. Al poco tiempo podía
caminar ayudado por muletas, aunque tenía los dedos de los pies y de
las manos comidos por la lepra. Al fin fue valiente y contó su historia
para que otros no sean engañados con esas charlatanerías.
No puede negarse que hay personas que tienen dones paranormales
(no sobrenaturales) que les permiten leer la mente o subconsciente de
otras personas. La religión acepta sin problemas la existencia de estos
dones y su uso, debidamente controlado, puede ser de gran ayuda en
muchos casos. Pero hay gente que atribuye sus capacidades a espíritus
de muertos que se les encarnan, o a inspiraciones de seres del más allá
y eso sí ya es una desviación religiosa.
Hay estudios científicos, con bibliografías serias y datos comprobados
que se pueden estudiar; sin embargo, hay gran cantidad de aficionados o charlatanes que se cubren con las “ciencias ocultas”, con
conclusiones tontas y que causan terrible confusión en las mentes de
nivel popular. No debemos creer ni pagar ningún dinero a estos
“dotados”. Confiemos únicamente en Jesucristo, el Hijo del Dios Vivo
pues sólo Él puede asegurarnos la vida eterna más allá de la muerte.
Mayo 2001.