SABIDURÍA PARA SER PADRES RESPONSABLES
- Mimi Panayotti
- 14 nov 2021
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 18 nov 2021
Como padres, hemos tenido muchos problemas en la educación
de nuestros hijos. No hay nadie que pueda decir que las
relaciones con sus hijos son cordiales todo el tiempo, que no
pierden el control, que no hay castigos, gritos, amenazas o palizas
tratando de moldear y de educar a nuestros vástagos.
No existen los padres perfectos, sin defectos. Nunca los ha habido
ni los habrá. Lo mejor que podemos esperar es que crezcamos como
personas y como padres. Si somos sinceros sobre nuestras debilidades
y fallos y les prestamos atención, vamos a cambiar las cosas poco a
poco.
Todos los hijos son diferentes. Hay muchos factores para estas dife-
rencias. Depende del sexo, de la edad de los padres, del lugar que
ocupa el hijo en la escala familiar, de influencias externas, de solvencia
económica, etc. Para ser padres responsables debemos entender la
razón o razones por qué se portan mal los hijos. Veamos algunas:
1) Todos quieren ser el número uno. El joven no se contenta
simplemente con ser amado; él quiere ser amado más que nadie. La
humildad no se enseña en los hogares. Nuestros hijos tienen que ser
los mejores estudiantes, atletas, los más simpáticos, usar la mejor ropa,
ir a las escuelas más caras y sobre todo hay que ganar. Ganar es
vítores, entusiasmo, aplausos, reconocimientos, adulación. Perder es
bajar la cabeza, guardar silencio.
2) El aburrimiento. Esta es una causa común del mal comportamiento
de los hijos. Gran número de peleas procede de fases de aburrimiento
profundo. Además de amor, confianza y sentimiento de valor, los hijos
necesitan actividades interesantes que los estimulen y ocupen su tiempo.
Durante los feriados o fines de semana hay que planear con antici-
pación algo que rompa la rutina y que todos disfruten de ello.
A veces hay bastantes cosas, juegos, deportes, un buen programa
de televisión, reuniones en la escuela o iglesia, excursiones, lecturas
estimulantes y otras sugerencias que saldrán de la imaginación del pa-
dre o de la madre. Debemos recordar exigirles alguna responsabilidad
o trabajo designado que se realizará antes de cualquier otro movimiento.
3) La lucha por el poder. Los padres deben mandar y los niños
desde muy pequeños quieren salirse con la suya. La lucha por el poder
tiene dos causas. Una es la posición inferior en que se encuentra el hijo
y su sentimiento natural de pequeñez. Como es débil con relación a
sus padres trata de hallar maneras de aumentar su confianza y mostrar
que puede realizar cosas. La otra causa es que todos preferimos hacer
lo que queremos; no nos gusta que nadie nos diga lo que tenemos que
hacer; ser como nuestros propios dioses.
La autoridad paterna es algo que se gana. Si ganamos por la fuerza,
los niños pierden. Su confianza en ellos mismos es aplastada y desa-
rrollan sentimientos de resentimiento contra nosotros y toda autoridad.
Nuestra tarea es ganarnos a los niños, no vencerlos.
4) Para llamar la atención. El hijo tiene una necesidad o un deseo
y no recibe satisfacción. Se siente desanimado y entonces actúa de
forma que llama la atención de modo exagerado. Él sabe que le pres-
tamos más atención cuando es violento que cuando es sumiso.
Los muchachos necesitan darse cuenta de que son queridos y son
parte integral de la familia. Ellos quieren ser escuchados, atendidos,
que les dediquemos calidad de tiempo y que los tengamos en primer
lugar en las decisiones.
5) La trampa de la televisión. La televisión de modo selectivo
puede ser una influencia positiva y efectiva como instrumento educativo.
Pero también es una de las fuerzas de nuestra cultura que con sutileza
puede desparramar a la familia y privarnos de tener tiempo para dedi-
carlo a actividades constructivas y educativas que podríamos disfrutar
juntos.
Las investigaciones concluyen que un régimen pesado de televisión,
con la violencia que enseña, instila temor en los niños y hace que sean
suspicaces de los otros y teman más ser victimas de actos de violencia.
Agosto, 1999.
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