Muy queridos parientes y amigos.
Mi agradecimiento a todos ustedes por estar aquí hoy compartiendo
conmigo esta fase importante de mi vida. Todavía me parece increíble
que llegó al fin el momento de tener este libro terminado.
Empecé a escribir en 1984, cuando todavía estaba estudiando pe-
riodismo en la Universidad de San Pedro Sula y por instancias de
Amílcar Santamaría, Jefe de Redacción de La Prensa en aquel en-
tonces, comencé a enviarle artículos cada semana y desde entonces,
por más de 20 años, no he interrumpido esa entrega. Muchas gracias,
Amílcar, por confiar en mí desde mis primeros pininos.
Como consecuencia de mi columna semanal, mi próxima meta era
imprimir un libro. No es lo mismo publicar escritos sueltos que agrupar
muchos de ellos en un libro editado e impreso.
Entonces publicar un libro era una de mis metas cada principio de
año cuando escribía en mi agenda los propósitos que deseaba cumplir
durante los doce meses siguientes. Pero lo de escribir el libro se
quedaba en puro papel. Realizaba otras metas pero nunca llegaba ni
siquiera a comenzar la del libro, y esto ocurrió por muchos años.
Gracias a Dios el año pasado me motivé mucho y me propuse ter-
minarlo en 2005. Una de las personas que me ayudó en la etapa inicial
fue Juan Ramón Saravia, como también me ayudaron durante el proceso
de corrección e impresión Fernando Aparicio y Ramón Baide. Mi
agradecimiento eterno a todos ellos.
Fue un reto para mí como mujer publicar este libro, porque conocía
en parte las dificultades que experimentan los hombres y no digamos
las mujeres. Al principio sentía una satisfacción íntima escribir todas
las semanas un tema y leerlo después en la prensa.
Con el transcurso de los años, muchas veces me sentí tentada de
tirar la toalla, como decimos vulgarmente. Pero muchos lectores me
escribían o me decían, siga adelante, no sabe cómo me ayudó su
artículo, le saqué copia a lo que dijo de la familia y se la pasé a todos
mis hijos, yo siempre leo lo que escribe, etc. Todas esas frases de
apoyo me motivaban a seguir adelante.
Yo he sentido una respuesta cariñosa en mis lectores. Y estos co-
mentarios también han sido respuesta a mi servir en los medios de
comunicación. Aunque sea poco, estoy colocando un granito de arena
en la extensión del reino y esto es cumplir el mensaje que dijo Cristo al
subir al cielo, vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio
A veces me critican porque hablo de religión y de Dios, o porque
toco temas controversiales, pero es que acaso hay algo más importante
que hablar de nuestro Creador, un padre amorosísimo, generosísimo,
que dio a su Hijo para redimirnos y llenarnos de alegría verdadera.
También he recibido críticas de lectores que no estaban de acuerdo
con mis opiniones. Esas críticas negativas en realidad me gustan porque
demuestran que me leen y que les levanto un sentimiento aunque sea
de disgusto o desacuerdo.
Así que esta noche les confieso mi propósito al escribir durante todos
estos años y al publicar este libro hoy. Mi deseo es ayudar, servir,
evangelizar. Construir un puente para trasladar a mis lectores de un
punto a otro, para que cambien, mejoren y tengan una esperanza de
encontrar la felicidad. El conocimiento y el amor a Dios conducen a la
plenitud, a la realización, al verdadero gozo. Todos buscan la felicidad
pero deben comprender que la felicidad es un camino que eligen tomar.
Este camino tiene retos y situaciones que nos ponen a prueba para ver
si nuestra elección es de corazón.
Estas situaciones no son fáciles ni agradables pero son necesarias
para fortalecer nuestra decisión personal de ser felices. En nuestro
andar por esta tierra siempre estamos frente a opciones o decisiones
que tomar: por ejemplo, bien podría ser desde hoy temprano en la
mañana, elegimos entre quedarnos un ratito más en la cama o
levantarnos inmediatamente, y quizás esa elección determine que
podamos contemplar una gloriosa alborada y respirar el aire fresco
matinal y sentirnos llenos de gozo y amor, o que al levantarnos más
tarde el día esté gris y opaco y eso influya para que nos sintamos
abatidos o tristes y no nos demos cuenta de que eso sólo fue una
elección cuando estábamos en la cama, así de esta manera a lo largo
de nuestro día todo será una serie de circunstancias que nos llevarán
hacia una u otra dirección. Algunas decisiones acarrearán dolor, otras
alegría y otras quizás serán indiferentes como de relleno, pero lo
importante es que tenemos el poder de elegir y es nuestra
responsabilidad hacerlo.
Una tarde, hace muchísimo tiempo, Dios convocó a una reunión.
Estaba invitado un ejemplar de cada especie. Una vez reunidos y
después de escuchar muchas quejas, Dios soltó una sencilla pregunta:
¿Entonces qué te gustaría ser?
A lo que cada uno respondió sin tapujos y a corazón abierto. La
jirafa dijo que le gustaría ser un oso panda. El elefante pidió ser mos-
quito. El águila, serpiente. La liebre quiso ser tortuga y la tortuga
golondrina. El león rogó ser gato. El caballo orquídea. La ballena solicitó
permiso para ser zorzal.
Le llegó el turno al hombre, quien casualmente venía de recorrer el
camino de la verdad, hizo una pausa y esclarecido exclamó: Señor, yo
quisiera ser... feliz.
En resumen, yo únicamente deseo la felicidad de mis lectores y si en
algo he contribuido a ello le doy gracias a nuestro Padre amorosísimo
por haberme usado.
Las ventas de este libro se destinarán al Albergue “Don de Jesús” de
las Misioneras de la Caridad. Les ruego que me apoyen comprando
este libro y espero que saquen muchos frutos del mismo... Dios los
bendiga inmensamente... Muchas gracias...
Noviembre 2005.
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