En ocasiones anteriores me he referido al tema del perdón y vuelvo a tocarlo porque el perdón es difícil de otorgar a pesar del estado de paz y liviandad que concede al perdonador. A todos nos cuesta perdonar, especialmente a aquellas personas que más nos han ofendido, traicionado, burlado e insultado. El perdón no es sentimental ni condicional. Es una decisión, es escoger entre seguir con resentimiento, odio, indiferencia, culpa o dar el primer paso para perdonar o pedir perdón. Perdonar es convivir con los demás, y aceptarlos tal como son, con sus defectos y virtudes: al esposo, que refunfuña todo el tiempo, al hijo por ser indolente, al amigo por fallarnos, al hermano por ofendernos, al trabajador por engañarnos, al jefe por maltratarnos. Perdonar es un modo de vivir. Es estar listo para olvidar, es practicar pequeños actos de sacrificio para poder enfrentar mayores injurias más adelante. Es una terapia muy saludable. Es una resolución de ser misericordioso a pesar de que la ofensa haya sido enorme, delicada y deliberada. Aquí es cuando más se necesita el perdón. Pero, sobre todo, perdonar es escoger amar, derribando cualquier barrera, cerrando heridas, abriendo prisiones, olvidándonos de nosotros mismos y llenándonos de tremenda paz. Amor y perdón van juntos, no puede existir uno sin el otro. ¿A qué nos conduce el perdón? ¿Por qué debemos perdonar? Cuando perdonamos sinceramente suceden cosas maravillosas, tanto al que perdona como al perdonado. Es como abrir una llave con gran caudal de agua y dejarla correr. Los resentimientos, culpas y enfermedades se lavan, se liberan. La alegría y la paz nos inundan, nos sentimos felices, humildes, íntegros, livianos, libres para amar... ¿Qué fórmulas hay para poder conseguir esta curación?
¿Cómo podemos perdonar cuando estamos tan heridos? Cuando usted se encuentre en una situación penosa, cuando no se habla con algún amigo o pariente desde hace tiempo, cuando usted pregunte ¿cómo me puedes hacer una cosa así? ¿Cómo puedo confiar en ti ahora? ¿Cómo puedo perdonarte otra vez si vuelves a hacer lo mismo? ¿Cómo y cuándo empiezo si no me siento como para perdonar, algunas heridas son muy graves para olvidarlas? ¿Y si la persona no quiere que la perdonen? Usted puede hacer mucho: hay oraciones especiales para recibir la fuerza del perdón que ayudan muchísimo, una llamada, un abrazo, una aceptación silenciosa en el corazón, ponerse en el lugar de la otra persona, decir lo siento... El perdón es total y es un riesgo. Nadie lo merece pero es el precio del amor. No continúe odiando. Dele a ese alguien el regalo de su perdón y su vida se beneficiará inmensamente. Mayo 2006.
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