Todos en la vida, en más de una ocasión, hemos tenido miedo.
Algunos han experimentado un miedo más profundo que otros,
tal vez porque son más sensibles, porque el dolor, la situación
o la experiencia han sido extremas en alto grado, porque los sufrimientos
han sido muy frecuentes o, simplemente, porque ya no pueden superar
esa crisis.
Se siente miedo a la muerte, a las enfermedades, a cambios de hogar
y de trabajo, a la vida, a un viaje inesperado, a la oscuridad, a hacer el
ridículo, a los exámenes en la escuela, colegio o universidad, a casarse,
a estar encerrado, a la vejez, al futuro, a violaciones y asaltos, a la
violencia física, a no ser amado, a la pobreza, a la dependencia, a los
accidentes de la naturaleza, a ciertos insectos y animales... la lista es
interminable.
Sin embargo, el miedo es una emoción humana normal y a veces
puede ser provechosa. Es completamente normal, por ejemplo, en los
adultos tener miedo o tensión nerviosa antes de someterse a una inter-
vención quirúrgica, antes de dar un discurso o una prueba final, pre-
sentarse a un juicio legal, acudir a una entrevista de trabajo, caminar
solo en la noche en lugares oscuros de dudosa confiabilidad o jugar un
partido de clasificación.
En los niños es comprensible su temor a los monstruos, a la oscuridad,
a los animales salvajes, a los cambios inesperados, al primer día de
clases, a la separación de los padres, a la soledad.
Según el diccionario, miedo es una perturbación angustiosa del ánimo
por un riesgo o mal que realmente amenaza o que finge la imaginación.
Ansiedad es el temor aplastante y extremo que puede paralizarnos y
esconder nuestra habilidad de actuar, tomar decisiones o realizar nuestra
misión.
Pánico es una ansiedad súbita, severa e irresistible que a menudo va
acompañada de mareos, palpitaciones y sentimientos de muerte.
Fobia es el temor irracional a un objeto, persona, acto o situación.
Algunas personas tienen miedo de salir de la casa, otras no pueden
entrar a un ascensor, viajar en avión o caminar en lugares públicos.
El miedo puede ser destructivo. Puede escaparse de las manos, des-
truir nuestras vidas y envenenar nuestras relaciones personales. Puede
asfixiar el espíritu interior y la motivación de hacer mejores cosas.
Según John Powell, S. J., el miedo aprisiona y nos aleja de la ruta
hacia la madurez, la felicidad y el verdadero amor. El miedo puede
hacernos desconfiados, egoístas, inmóviles o nos hace tener lástima
de nosotros mismos. De esa manera poco a poco nos vamos metiendo
en un infierno.
Los padres son responsables de proveer un ambiente seguro a sus
hijos. No importa qué buen trabajo hagan, inevitablemente los jóvenes
experimentarán miedo. Los padres son la mayor fuente de apoyo para
sus hijos. Los psicólogos aconsejan escuchar a los jóvenes cuando
tratan de expresar sus temores.
¿Se puede vencer al miedo?... “No tengas miedo, yo estoy contigo”.
Is. 41:10.
“El Señor es mi luz y mi salud, ¿a quien puedo temer?”. “Amparo de
mi vida es el Señor, ¿de quién puedo temblar? Sal. 27:1 “Van a tener
que sufrir mucho en este mundo, pero ¡sean valientes! Yo he vencido
al mundo. Jn. 16:33. Dios no nos llama a Él perfectos y sin miedo. Él
trabaja en nosotros con miedo y todo.
Hay varias formas de ayudar a vencer el miedo.
Entre las más importantes están: 1) La fe ––todo es posible para
aquel que cree... 2) La oración ––canté al Señor y Él me contestó y
me liberó de todos mis miedos... 3) Ponerse al servicio de los demás
––cuando crece el amor, disminuye el temor. El amor perfecto echa
fuera al miedo... 4) Hablar de su problema o temor ––los familiares y
amigos pueden ser útiles para hablar sobre situaciones de temor... 5)
Actuar con valentía ––aunque esté muerto de miedo, saque valor para
dar el primer paso y siga adelante... 6) Tratar de controlar el miedo –
–existen ciertas técnicas de relajación que ayudan mucho, respirar pro-
fundamente, contraer y relajar algunos músculos y visualizar imágenes
positivas... 7) Buscar ayuda profesional ––si sus temores continúan y
no puede controlarlos, busque ayuda profesional de un médico, amigo,
sacerdote o pastor.
Francisco de Sales recomienda: No tengan miedo de lo que pasará
mañana. El mismo Padre amante que cuida hoy de ustedes, cuidará de
ustedes mañana y todos los días. Él los protegerá del sufrimiento y les
dará un soporte seguro y fuerte. Entonces, tranquilícense, pongan a un
lado todas las ansiedades e imaginaciones... No tengan miedo...
Noviembre de 1996.
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