Para Emérito Merino, Franciscano y comisario de Tierra Santa, “la gente ya no puede más. Está cansada de tanta violencia. Se ven necesidades por todas partes; los rostros reflejan la tristeza por el paro obrero y porque a los palestinos no les dejan salir a trabajar a otros sitios, lo que hace la vida aún más difícil”. En estos momentos el paro afecta al 80% de los árabes que viven en Israel. Según la revista Vida Nueva, este guía, que ha estado más de 50 veces en Tierra Santa con grupos de peregrinos, reconoce que la solución al conflicto es muy difícil, porque las posturas parecen inamovibles, tanto del lado israelí como desde el palestino. “El modo de pensar y de vivir es diferente al nuestro” señala Emérito. Impacta mucho escuchar a un religioso palestino decir que aquí la palabra perdón no existe porque es signo de debilidad, de claudicación. Desde esa mentalidad se comprenden tantos actos terroristas y posturas radicales. Resalta su estupor al leer en un periódico israelí las declaraciones de un conocido rabino maldiciendo a un renombrado político de izquierdas y a una diputada del Parlamento, diciendo: “Que su casa se convierta en escombros y el día de su muerte sea declarado fiesta en Israel”. Con estas premisas Merino deja claro que “los enfrentamientos alcanzan unas cuotas imprevisibles y la paz cada vez se aleja más porque el odio y la maldición no se superan”. Ante las tristes noticias que cada día llegan de Oriente Medio, y ante la ola de violencia descontrolada de los últimos días, Emérito y otros comisarios de España y Portugal viajaron a la tierra donde vivió Jesús para llevar un poco de solidaridad, tanto espiritual como económica, a cientos de religiosos que desempeñan su labor allí y que no lo están pasando nada bien.
Emérito ha sido testigo del pesimismo del Patriarca de Jerusalén, Michael Sabbah, “porque los cristianos son palestinos”. Se muestra convencido de que la raíz del problema está en la ocupación y con el fin de esta es casi seguro que termine la violencia. Los palestinos están necesitados de todo, pero lo más urgente es la paz. Por eso no duda en animar a los peregrinos para que vuelvan, “ya que son caminos de esperanza para mucha gente”. Este acercarse a la realidad cotidiana se ha hecho mediante la visita y encuentros en iglesias de Jerusalén, Belén y Nazaret. “Me llamó la atención especialmente el centro de jóvenes de Jerusalén, donde nos reunimos con 280 chicos y chicas. En todos estos lugares nos han dicho que va disminuyendo el número de cristianos, porque ante las dificultades de la vida todo el que puede se marcha”, dice Emérito. Para evitar este éxodo La Custodia, dentro de sus obras sociales, construye apartamentos que ofrece muy baratos a los cristianos para que no abandonen las ciudades y, como Emérito, que lleva 12 años guiando a los peregrinos, no puede evitar preguntarse: “¿Qué sería Tierra Santa, para qué servirían los santuarios si se van los cristianos?” La respuesta puede llegar antes de lo esperado si se prolonga mucho la actual situación. Por ello cada día está más convencido de que su misión de animar el apostolado de la peregrinación es un buen servicio pastoral. Abril 2002.
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