Hace unos años la pareja se casaba sin mucho ruido, tenían lo estrictamente necesario, se conformaban con su casita o apartamento y algunas cosas básicas para la cocina, el comedor, el dormitorio y la sala. El mismo día de la boda se metían a su hogar y empezaban su vida de trabajo juntos. En estos días, vemos a los novios con unas elegantes valijas, camino del aeropuerto, buscando un país lejano, exótico y de moda, para poder disfrutar una verdadera luna de miel. Según Benigno Colinas, podemos comparar las maletas con el matrimonio a una obra teatral de tres actos y un final desalentador. En el primer acto las maletas están cerradas. Víajan juntas al mismo destino, juntas entran al hotel, juntas salen y juntas regresan a la casa recién adquirida. Siguen juntas pero nunca demuestran lo que llevan en su interior. Se dan cuenta del contenido de la valija por la ropa que ella se pone, o por los calzoncillos y camisetas que él usa. Son la imagen del matrimonio que vive junto, que disfruta junto, pero siempre a nivel superficial. No alcanzan niveles interiores. Pasamos al segundo acto y las maletas están abiertas. Se abrieron y ya no se cierran. Ni siquiera se baja la tapa para que oculte la ropa sucia. Se puede contemplar en su interior las preferencias y gustos de cada dueño. La maleta de la mujer contiene ropas compradas por ella misma y todo está muy bien doblado y colocado. La valija del hombre enseña la ropa adquirida por su madre y está algo arrugada y amontonada. Son la imagen de la pareja que manifiesta sus sentimientos ya sea para solicitar ayuda o educar sus modales, pero los ideales y compromisos de cada uno siguen siendo propios y no se comparten. En el tercer acto las maletas están compartidas. Ya dejaron de ser propiedad particular, son nuestras valijas. Llevan mezclada la ropa de los dos. El espacio es común para las prendas femeninas y las masculinas y viajan juntas a todos los destinos. Esta forma de compartir las maletas es la imagen del matrimonio que comparte penas y alegrías, riqueza y pobreza, porque los motivos de las emociones les afectan a los dos por igual. Este es el matrimonio que comparte: adelgazan y engordan juntos, enferman y sanan juntos, porque entre ellos no existen secretos. Por último, en el epílogo las maletas están vacías. Son la imagen de la pareja que se separa. Vuelven al momento en que compraron la maleta. La adquirieron sin nada dentro. A esta situación se llega cuando se ha echado al consorte fuera, cuando ya no se puede remediar nada. Y ustedes, esposa y esposo: ¿en qué etapa están sus maletas? Julio 2004.
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MIMI PANAYOTTI BIENVENIDO
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