Al decir jóvenes nos referimos a aquellos muchachos entre los 18
y 30 años, es decir, a los que se encuentran en la edad post-
adolescente y quieren hacerse mayores buscando su propia identidad.
Muchos de estos jóvenes pueden estar estudiando, o terminando de
estudiar, o ya se encuentran trabajando en alguna empresa o fábrica;
también los hay aquellos que están pasando por una situación precaria,
sin trabajo, problemas psicológicos, romances frustrados o falta de
orientación correcta.
No se puede generalizar la conducta de los jóvenes porque hay
muchos factores que influyen en su comportamiento, ideología, impacto
de la familia, sexualidad, medios de comunicación, internet, música,
globalización, consumismo, valores trastocados y necesidades
religiosas, afirma T. Anatrella.
Me parece que los jóvenes actualmente son más abiertos, disponibles
y generosos. Hablan de sus ideas con tranquilidad sin importar que no
sean del consenso general o de la opinión favorable del interlocutor.
Aspiran a relaciones auténticas y están en procura de la verdad
buscando en su propio interior.
A veces piden ayuda a sus padres, a pesar de experimentar una
cierta incomodidad en el trato con ellos. La mayor parte sigue viviendo
con sus padres, mientras otros, a pesar de vivir solos, aún son
dependientes. A menudo tienen necesidad de ser apoyados cuando se
encuentran confrontados con la realidad, para poderse aceptar, para
aceptar la vida y comenzar a actuar en la realidad.
Es muy difícil para ellos vivir en nuestra sociedad actual, que por
diversas razones cultiva la duda y el cinismo, el miedo y la impotencia,
la inmadurez y el infantilismo. Los jóvenes tienden a asirse a
modalidades de gratificaciones primarias y tienen dificultad en madurar,
entendiendo por madurez la personalidad que ha completado la
organización de las funciones principales de la vida psíquica y que por
lo tanto es capaz de diferenciar la propia vida interior del mundo
externo.
Los jóvenes de hoy son como las generaciones precedentes: capaces
de ser generosos, solidarios y comprometidos con causas que los
movilizan, pero tienen menos referencias sociales y sentido de
pertenencia que sus predecesores. Son individualistas, quieren hacer
su propia elección sin tener en cuenta el conjunto de los valores, de las
ideas o de las leyes comunes. Corren el peligro de caer en el
conformismo de las modas, como las esponjas que se dejan impregnar,
en vez hacer sus propias decisiones.
En su vida afectiva sufren de muchas dudas sobre la identidad, el
sexo y la familia. A veces tienen confusión respecto a los sentimientos
y no saben distinguir entre una atracción a nivel de amistad, un
enfatuamiento o un sentimiento amoroso verdadero.
Los jóvenes necesitan modelos de adultos honestos, maduros,
serviciales, íntegros, religiosos, para transmitirles los valores de la vida,
la armonía de vivir y el gozo de servir. Con estos ejemplos los jóvenes
pueden ser inspirados y llegar a ser las personas útiles que tanto
necesitan nuestro país y el mundo en general...
Abril 2011.
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