EVALUACIÓN PARA COMENZAR EL AÑO
La vida pasa muy rápidamente A veces unas personas mueren jóvenes y otras llegan a una edad mayor, pero todas concuerdan en que el tiempo fue corto para realizar sus proyectos y sueños. Y lo peor de todo es que por lo general lo verdadero e importante, lo que tiene realmente valor, no lograron efectuarlo. Conviene detenernos en el camino por este mundo. Es necesario poner un alto a tiempo para ver hacia dónde vamos, cómo está nuestro actuar, comprobar si hemos caminado la milla extra, cerciorarnos si dejaremos un mundo mejor a la hora de marcharnos. Unos momentos de silencio, de reflexión, de meditación, nos ayudarían a vernos por dentro de nosotros mismos y analizar nuestras emociones y sentimientos para cambiarlos o mejorarlos según sea el caso. Un encuentro a solas con nuestro interior nos revelaría claramente si nuestra conducta es egoísta, vanidosa y envidiosa; si hemos lastimado y en qué grado a nuestros seres queridos y a los que nos rodean. Es aconsejable y saludable estudiar cómo nos comportamos en el trabajo. Revisar nuestra conducta y nuestro trato hacia los demás. ¿Los tratamos como seres humanos iguales a nosotros, como hijos de un mismo Dios, nos preocupamos sinceramente por ellos, les ayudamos a resolver sus días negros, sus tormentas, sus enfermedades, sus limitaciones? ¿Les ofrecemos nuestro hombro para que lloren y se desahoguen, para que se sientan estimados y amados, para conducirles a la felicidad que se encuentra sólo en el Señor? La familia es otra área que debemos ver como funciona. ¿Damos poca importancia a nuestros parientes y familiares? ¿O estamos dando todo lo que podemos para mantener relaciones armoniosas, comprensivas, cariñosas y de perdón? ¿Escuchamos a nuestro esposo (a), pasamos tiempo a solas con él, hacemos planes juntos? ¿A nuestros hijos les prestamos la atención debida, los estamos criando como seres útiles a la sociedad, felices y con espíritu de servicio? En nuestra comunidad social, en nuestra iglesia, ¿somos cooperadores, entusiastas, generosos, o sólo criticamos a los que hacen algo sin apoyarlos? ¿Nos interesamos realmente en mejorar la situación espiritual y económica de los más necesitados. Nos damos en el servicio hacia ellos? Nuestras calles y avenidas, por lo menos las principales, tienen semáforos para ordenar el tránsito y marcar un alto en el camino para que otros puedan pasar, viendo hacia donde van. Lo mismo, a todos nosotros nos convendría hacer un alto para evaluar nuestra vida actual y ver si hacia donde vamos es el camino o la voluntad acertada... Enero, 2008.