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¿ES CASTIGO EL TRABAJO?

Foto del escritor: Mimi PanayottiMimi Panayotti

Siempre hemos creído que el trabajo es castigo de Dios, por el pecado de Adán en el paraíso. El trabajo es el precio que tenemos que pagar por haber desobedecido al Señor Todopoderoso en la única prohibición que hizo al hombre en la creación. A raíz de este suceso y por nuestra naturaleza humana perezosa, no nos gusta trabajar. Contamos las horas para salir y terminar el trabajo. Pedimos menos horas de labor por día y por semana, más vacaciones, salarios mejores, un mayor número de asistentes, herramientas más veloces... la meta es trabajar menos cada día con mayores facilidades, hasta llegar al estado ideal, vivir sin trabajar. Sin embargo, el ser humano tuvo que trabajar desde antes del pecado. Cuando Adán fue creado y a continuación Eva, Dios les ordenó “tengan muchos hijos, llenen el mundo y gobiérnenlo, dominen a los peces y a las aves, y a todos los animales que se arrastran”. Gen 2:28. Es decir, que tenían mucho que hacer al cuidar la tierra, los cultivos, los animales y los hijos. Hay que aclarar que el trabajo no es visto por la Biblia como un castigo, sino todo lo contrario, el trabajo es el hecho más ennoblecedor que puede hacer el hombre, al convertirse en colaborador de la creación y que los hombres debemos completar y mantener. El trabajo es honorable, es motivo de enriquecimiento del hombre y de su aporte a la posteridad. Cuando nos marchemos allí quedarán los edificios, las catedrales, los libros, los muebles sofisticados pero también los bancos humildes que hizo el carpintero, el muro que construyó el albañil, los inventos, nuestros hijos y nietos practicando lo que les enseñamos, las vidas sanadas por los médicos, los tapiceros, los soldadores, los limpiadores... Dejaremos huella con nuestras obras, esas obras que nos hacen a nosotros, las que llenan de realidad y de alma nuestra vida. ¿Quién puede vivir sin trabajar? Sería una vida muy vacía, aburrida, sin futuro, sin satisfacción, sin orgullo. Yo ya estoy jubilada y sin embargo no puedo quedarme en casa, prefiero ir a mi oficina y aunque no sea mucho lo que haga me entretengo en diversas actividades. El trabajo es necesario para vivir sin morir, como dijo Rilke. Y sobre todo, la importancia del trabajo es hacerlo bien hecho. No me gusta decir los viejos tiempos eran mejores pero sí hay que admitir que antes se sentía más el orgullo de la perfección en el trabajo. En estos días se trabaja para ganar el dinero y se hace todo de cualquier manera. El trabajo hay que hacerlo con pasión, todo lo que hagamos con las manos debe ser perfecto, único, como una verdadera creación cada vez. Debemos dar gracias por el trabajo. El trabajo es bendición... Mayo, 2006.

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