El amor es la palabra más devaluada. Ha sido deformada, profanada, enmascarada y tergiversada más veces que cualquiera otra de la lengua española. El amor verdadero no está de moda. No está palpable, ni visible, ni perceptible. Lo que vemos en nuestro entorno es una carrera despiadada hacia la violencia y la destrucción de la raza humana. Irán está fabricando su primera bomba nuclear y Estados Unidos está elaborando otra, la MOP, aún mayor y más mortífera. Los islá- micos, en su fanatismo religioso, ven la muerte como la entrada al paraíso y no cesan en sus ataques terroristas. El muro que se piensa construir entre México y Estados Unidos es otro atentado contra los derechos humanos. Lo mismo el muro de Belén. Iraq sigue en guerra después de varios años y no se ve el final. Corea del Norte está logrando su posición bélica. Ciertos países de Europa apoyan la política agresiva de Estados Unidos. Y China como un gigante dormido puede darnos muchas sorpresas. Indirectamente, las fuentes naturales que nos ofrece nuestro planeta están en vías de deterioro y extinción. Los océanos, los ríos y los lagos contaminados, la tierra deforestada, la capa de ozono dañada, el problema del calentamiento global, son consecuencias del proceder equivocado del hombre. En todo esto, dónde vemos el amor. ¿No significa amor, amarnos los unos a los otros, como hermanos, como hijos de un mismo Creador? Amor ¿no significa darnos, servir, respetar, construir, apoyar? ¿No significa amar, el regalar un rayo de luz, de cariño, de entendimiento a nuestro vecino, darle la mano, sonreírle, ser como el jazmín o la flor más olorosa que esparce generosamente por igual a todas las miradas su aroma delicado y su belleza de color? Amar es dar la vida por los demás, como lo hizo Jesús. El amor, pues, está arriba de la vida.
El amor hace a las personas nuevas, llenas de gratitud y perdón, de solidaridad y tolerancia. El amor hace que vivamos las alegrías y tristezas de los demás como las propias. Y algo importante, nos hace amar a aquellos individuos que nos han causado dolor, daño y traición. El amor debe ser ilimitado y desinteresado, sencillo y humilde. Dios es amor y lo reflejó en su hijo Jesús. Es el mensaje más humano y más divino de todos los tiempos. Cuando los seres humanos lleguen otra vez a ser uno para el otro con amor, el cielo se abrirá sobre la tierra. El amor no es una creación de los hombres. Es la esencia misma de Dios... En el Día de la Amistad comencemos a vivir el amor verdadero, el amor de Jesús, el dar la vida por los hombres... y no continuar quitándole la vida a los demás... Febrero 2006.
Comments