Unos piensan que mujeres como yo exageramos. Las mujeres están en todas partes, dicen, sus voces se oyen y ya son las iguales de los hombres; otros nos tratan de frustradas y amargadas, cuando no, más elegantemente, de frígidas; y los y las demás simplemente no quieren saber que las mujeres aún no tienen las mismas oportunidades que los hombres. En fin, muy pocos y muy pocas tienen una idea precisa de la condición de las mujeres en el mundo. Por eso le recomiendo a todos, y a muchas, una reciente publicación, titulada El Libro Negro de la Condición de la Mujer, dirigido por Christine Ockrent y distribuido por Aguilar (2007), texto que desde hace unos días ya está en todas las grandes librerías. (Florence Thomas, Columnista de El Tiempo). A través de un panorama espeluznante, basado en cifras y datos estadísticos, en reportajes, crónicas, estudios internacionales y testimonios valientes, asistimos a un verdadero descenso a los infiernos que nos proponen las mujeres Christine Ockrent, Sandrine Treiner y Carmen Alborch, quienes organizaron esta edición, ya traducida. Están las historias de las ablaciones del clítoris en millones de niñas, los abusos sexuales contra mujeres, las violaciones sistemáticas de Ruanda y otras partes del planeta, donde ellas siguen siendo botín de guerra. Están las lapidaciones de mujeres por adúlteras, los femicidios de Juárez ––alrededor de 500 mujeres de entre 13 y 22 años, asesinadas en una década, por el simple hecho de ser mujer––, evento que impuso el empleo de ese nuevo concepto de femicidio (diferente a feminicidio); están las mortalidades maternas en países pobres; está el analfabetismo de millones de niñas (unas dos terceras partes más de niñas y mujeres analfabetas que de niños y hombres); está la espeluznante condición de las mujeres musulmanas en medio de los fundamentalismos, la esclavitud moderna con la trata de personas y el trabajo doméstico de niñas de 12, 13, 14 años; están, por supuesto, las cifras de la pobre participación política de las mujeres en el mundo a partir de un análisis de ese famoso techo de cristal; está la condición de mujeres y capítulos enteros de violencias domésticas y sexuales. Citaré la última frase del prólogo: “Por medio de esta fotografía de la condición de las mujeres en el mundo, cada una de nosotras tiene la oportunidad de aprender lo que no sabe, de descubrir lo que no puede o no quiere ver y de participar en el combate por un mundo mejor”. Añadiría sólo que ese libro no atañe únicamente a mujeres sino a hombres que también sueñan con vivir en un mundo libre de violencias para sus madres, sus hermanas, sus compañeras y sus hijas. Julio, 2007.
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MIMI PANAYOTTI BIENVENIDO
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