EL DINERO: UN SEDUCTOR PELIGROSO
El dinero es necesario. Todo mundo hace uso de él. Con el dinero
compramos comida, ropa, medicinas, recreación, vivienda y
muchas cosas más. Además sirve para educar a los hijos, pro-
vee fondos para una vejez segura, regala a los necesitados, a la iglesia,
y por último proporciona ciertos gustos que nos hacen la vida más
amena.
Pero cuando el dinero no se coloca en la escala correcta afecta el
poder, socava los valores de la familia y de la sociedad. En el matri-
monio, especialmente, surgen muchos problemas por la actitud que
los cónyuges toman con respecto al dinero. No se trata solamente de
establecer un presupuesto sino de cumplirlo. Cuidar las finanzas de la
pareja es parte de cuidar su futuro, lo cual requiere paciencia, diligencia,
comunicación constante, confianza y decisiones acertadas.
Lo triste de la realidad actual es que mientras algunas personas llevan
una vida económicamente cómoda, es decir que pueden obtener todo
lo necesario para vivir decorosamente, hay otras que gozan de la abun-
dancia y por el contrario, hay mucha gente que apenas gana para cubrir
los gastos más elementales. Y otras que apenas sobreviven.
Un informe del Instituto del Pan para el Mundo indica que Estados
Unidos cuenta con las diferencias de sueldo más grandes de todas las
naciones industrializadas. Cuatro millones de hogares gringos sufren
de hambre, de moderada a extrema, la cual afecta más a mujeres y
niños. En los países en desarrollo, incluyendo Honduras, 841 millones
de habitantes se encuentran malnutridos en forma crónica.
Algunos individuos gastan en apuestas tanto como gastan en comida.
Y no sólo en mesas de juego sino también en las loterías autorizadas
por el Estado. Las apuestas son la adicción de mayor crecimiento,
especialmente entre adolescentes.
Las deudas son la marca del apostador adicto.
Los Cristóforos llegaron a la siguiente conclusión, con relación al
dinero y a las preocupaciones que causa: a) La mayoría de la gente no
tiene idea de por qué gasta en la forma que lo hace. b) Querer algo no
es lo mismo que necesitar algo. c) Si ya hemos adquirido suficientes
cosas, quizás es hora de detenernos. d) Quiénes somos no depende
de lo que poseemos. e) Nuestras necesidades serán satisfechas si nos
integramos al círculo de dar y recibir. f) Use las cosas hasta el final,
antes de reemplazarlas. g) Termine de pagar todas las tarjetas de crédito
y destrúyalas a todas menos una.
Enseñemos a los hijos el valor del dinero y cómo usarlo con prudencia.
Debemos alentar a nuestros jóvenes a dar lo que pueden, no sólo en
dinero sino de su tiempo y talentos. Que no se dejen seducir por el
dinero. Cultivemos todos un espíritu de moderación, prudencia y
caridad. Y así nos enriqueceremos.
Septiembre, 2003.