Escribir es un trabajo duro, largo, penoso y desanimante. El
escritor ha de poseer una cultura extensa y una profunda vida
interior espiritual e intelectual para poder comunicar lo que tiene
que decir y hacer pensar a los demás como piensa él. El comunicador
tiene que ser algo él mismo para poder transmitir ese algo a los demás.
“De la abundancia del corazón habla la boca”. Mat. 12:34
Recuerdo muy bien que cuando estaba estudiando en la universidad
nos decían los catedráticos, hablando sobre los escritores, que estos
nacen pero igualmente se hacen. Y nos persuadían a todos los estu-
diantes de Ciencias de la Comunicación a empezar a escribir inmedia-
tamente, sin pérdida alguna de tiempo, porque mediante la práctica, la
perseverancia, los fracasos y la disciplina se desarrollaba la habilidad
de escribir y alcanzar éxito.
Para mantener ese vivo deseo de informar, inspirar y orientar es
esencial considerar el escribir como una vocación. Y para llevar a cabo
esa noble misión, esa santa obra, es muy importante tener la convicción
de su vocación a través de la pluma o de la máquina de escribir (ahora
la computadora), con efectos eternos.
El decano de la primera Escuela de Periodismo en la Universidad de
Missouri, Estados Unidos, preparó un resumen de los ideales del pe-
riodismo, que son:
“Creo en la profesión del periodismo.
Creo que la claridad de pensamiento y de expresión, la objetividad
e imparcialidad son requisitos fundamentales del buen periodismo.
Creo que el periodista debe escribir sólo lo que él cree en su corazón
que es verdad.
Creo que nadie debería escribir como periodista cosas que un ca-
ballero no se dignaría decir; que el sobornarse a sí mismo es tan indigno
como el dejarse sobornar por otro; que no nos libramos de nuestras
responsabilidades con decir que estábamos siguiendo instrucciones
de otro o mirando por sus intereses.
Creo que la publicidad, las noticias y los editoriales deben buscar el
bien de los lectores; que una única norma de verdad y honestidad
debe regir igualmente para todos; que la mejor piedra de toque del
buen periodismo es la cuantía de su servicio al público.
Creo que la prensa que triunfa y merece triunfar:
* es la que teme a Dios y respeta al hombre.
* la que reacciona rápidamente contra la injusticia.
* la que es humanitaria; la que es del mundo de hoy y para el mundo
de hoy”.
Esta es la clase de prensa que debería imperar en Honduras y en el
mundo entero. Nosotros como comunicadores ¿estamos cumpliendo
en su totalidad o en parte estos principios para que nuestra misión sea
el amor cristiano del prójimo aplicado a la literatura?
Seamos jueces de nosotros mismos...
Agosto, 2009.
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