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DINERO FÁCIL

Al hecho de arriesgar, jugar y apostar dinero se le conoce como

juego de azar. Su propósito es ganar por suerte el premio

ofrecido, sin el menor trabajo posible; en otras palabras, es

ganar dinero fácilmente.

¿A quién no le gustaría ganarse la lotería grande de Honduras o de

otro país y volverse rico de un día para otro? ¿A quién no le llenaría

pagar todas sus deudas y disfrutar además de beneficios que nunca ha

podido realizar como viajar, comprar una casa, estrenar un automóvil,

vestirse a la última moda, dar regalos, ahorrar y compartir? ¿A quién

no le tienta recibir el premio gordo como regalo rápido y sin ningún

esfuerzo?

En Honduras hay lotería chica, lotería grande y posiblemente otras

clandestinas, hay apuestas en los juegos de fútbol, se juegan naipes

especulando dinero y, por si esto fuera poco, tenemos casinos con

ruletas y máquinas mecánicas. No es necesario, pues, ir lejos a Las

Vegas o a otro lugar del orbe para que los juegos de azar no estén al

alcance de la mayoría de los hondureños.

Según las estadísticas, los que compran lotería son personas de

todos los niveles, ricas y de clase media, pero un gran porcentaje de

los compradores es de pobres, con menor educación y los menos

llamados a malgastar el poco dinero que obtienen. Estos individuos

sueñan con conseguir dinero fácil para mejorar sus condiciones de

vida.

No obstante, y aunque a ellos les parezca poquito gastar unos cuantos

Lempiras en comprar lotería chica cada semana, los jugadores no se

dan cuenta que si juntaran todo ese dinero y lo ahorraran por un año

se sorprenderían de la cantidad acumulada de pesos que tendrían en

sus manos.

Otra perspectiva que no debe pasarse por alto es que por un ganador

del premio gordo hay miles y talvez millones de perdedores, algunos

de los cuales no podrán nivelarse de las perdidas ni a corto ni a largo

plazo, dejando quizás sin comer a sus hijos. Hay fortunas asimismo

que se han terminado por el vicio del juego incontrolable. Y hay que

señalar también que en estos juegos las posibilidades de ganar son

ridículas.


Desde otro punto de vista, no se puede negar que las ofertas co-

merciales, las pólizas de seguro de vida y de accidentes o las rifas en

las tiendas donde no hay que invertir dinero, son aceptables porque

siguen el principio del dar, es decir que proyectan una ganancia pero

sin que pierda el otro, sino que los dos son beneficiados.

La actitud que nos motiva a participar en estos concursos o rifas es

lo que debe importarnos. No debemos obtener para nosotros o quitar

y competir en vez de compartir con otros. Estas ideas pueden resultar

polémicas pero lo cierto es que los juegos de azar nos debilitan y no

contribuyen a desarrollar nuestro carácter porque no hay esfuerzo pro-

ductivo personal.

Jesús nos enseñó a aumentar nuestros talentos y a trabajar ardua-

mente para rendir cuenta de los dones recibidos.


¿Cree usted que vale la pena apostar dinero ganado con su trabajo

y el sudor de su frente y arriesgarlo por unas escasísimas probabilidades

de ganar? ¿No cree que es mejor alcanzar las verdaderas riquezas del

reino de Dios, trabajar con ahinco, ahorrar y administrar sabiamente

su dinero?

Usted tome la decisión...

Agosto, 1993.

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