Hilda Morales Trujillo lucha desde hace décadas por los derechos de la mujer en su país, Guatemala, y en el mundo. Es activista de la Red de No Violencia frente a las Mujeres y ha recibido el premio “Embajadora de Conciencia 2004”, de Amnistía Internacional. “En mi país” declara Hilda “y en muchas partes del mundo, parece que las mujeres no son personas y que no merecen tener derechos. Mueren por hambre, complicaciones en el parto, asesinatos, violencia doméstica... No importa que se mate a niños y a niñas porque la vida sigue. Las mujeres parecemos olvidadas del mundo, de la comunidad internacional, que ha hecho muy poco por nosotras. Necesitamos llamar la atención de manera constante sobre estos problemas para que los gobiernos se sensibilicen no sólo acerca de la violencia sino también de la pobreza, del acceso al trabajo o de la participación política”. Hilda afirma que el machismo no se perpetúa porque la mujer lo permite sino porque la socialización se ha hecho desde la perspectiva del hombre, desde la masculinidad. Todo se ha establecido sobre la base de lo que piensan los hombres que necesitamos las mujeres, cuando se nos toma en cuenta y no se nos ignora. Esta es la razón de que las mujeres no tengan esa sensibilidad como mujeres, que no se reconozcan como tales. Para salir de la opresión bastaría con que cada quien cobrase conciencia de su identidad. ¿Cómo hacer que las mujeres conozcan y hagan valer sus derechos? Pensemos en el analfabetismo. Si ni siquiera tienen acceso al alfabeto, ¿cómo van a reivindicar derechos? Muchas mujeres en el caso de la violencia, por ejemplo, dicen esto es normal, esto me corresponde como esposa. Las mismas madres, si las hijas se quejan al ser golpeadas, les dicen que es su papel. Ese es el mandato de la sociedad. No es fácil encontrar soluciones para solventar las distintas dimensiones de la falta de oportunidades.
Los gobiernos escogen muy pocas mujeres para puestos públicos; el porcentaje es ridículo. Las relaciones entre hombre y mujer se han concebido desde una óptica de poder y el poder no se quiere perder nunca. La igualdad ni existe ni existirá jamás porque ninguna persona es igual a otra. Lo que hay que buscar es la igualdad de oportunidades, reconocernos como compañeros, que tenemos que avanzar hacia la paz. La dignidad se construye lentamente, a base de hablar y educar en la idea de que esto puede cambiar. Las mujeres tienen que reconocerse como personas y reconocer que la situación que han vivido no es normal, que tienen otras posibilidades. Hombres y mujeres debemos construir sentimientos de fraternidad para un mundo mejor... Marzo, 2006.
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