A veces no nos damos cuenta del tono de voz que usamos para comunicarnos. Y es que, junto con la voz hay formas, palabras, tonos, posturas, lugares que afectan el grado de comunicación y de entendimiento entre las personas. Según los especialistas y estudiosos se ha llegado a la siguiente conclusión: la palabra comunica un 17%, el tono de la palabra un 36%, formas, estilo, postura, etcétera. un 57%. Debemos examinar nuestra manera de hablar: palabras, formas, tonos, posturas. Si usamos tonos demasiado altos o bajos que no reflejan nuestra verdadera intención o sentimiento, no estaremos transmitiendo el mensaje correcto. En la familia pueden suscitarse situaciones equívocas talvez sólo por el tono de voz o la postura del padre o de la madre cuando hablan entre sí o con sus hijos. Estos alegan que sus progenitores hablan muy alto y parece que discuten o pelean. Los maestros y los papás notamos que cada vez hay más niños que cuando se dirigen a sus amigos o incluso al profesor o al padre lo hacen con tonos muy altos. Esta actitud puede reflejar el tono de diálogo que usan en su hogar y los chicos sólo están repitiendo lo que oyen. O puede haber agresividad en sus manifestaciones externas por rencores u odios entre miembros de la familia. Las relaciones entre muchos cónyuges podrían mejorarse notablemente si cuando hablaran lo hicieran en tonos bajos y dulces, sin levantar la voz, y así poder tomar decisiones importantes correctas y resolver problemas serios. Cuando el tono y volumen de la voz son elevados, la comunicación se pierde, no llega a producir el efecto que deseamos. Según D. Cubillo, la voz y el tono alto significan, la mayoría de veces, nerviosismo, intranquilidad interior, falta de confianza en uno mismo o en el ambiente natural,descontento, insatisfacción, stress, preocupación, enfermedad.
La tensión que los individuos desarrollan con las otras personas en el trabajo, con los vecinos y amigos, hace que cuando llegan a casa el tono de voz, de diálogo, sea nervioso y, por lo tanto, muy alto. Y eso acarrea dificultades entre los esposos y demás miembros de la familia. En definitiva, el problema de una comunicación en un tono elevado de voz implica normalmente un ambiente familiar frágil donde los hijos no aprenden a estar tranquilos. Si los niños son muy pequeños, suele provocar que sean nerviosos, que no duerman bien y que el rendimiento escolar no sea lo satisfactorio que los padres desean, lo cual causa más tensión y enojo. La frustración por el fracaso del hijo se siente como fracaso de los padres; de esta manera se forma una espiral muy perjudicial para la convivencia familiar. Agosto, 2004.
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