San Pedro Sula acaba de ser sede de la cumbre sobre Cambio
Climático y Medio Ambiente, con participación de Presidentes
de México, Centro América y el Caribe, para reflexionar en
torno a la destrucción de los recursos naturales y la contaminación
ambiental. Se trató de examinar el cambio climático que afecta al planeta
Tierra con expectativas de que surjan recomendaciones concretas y
efectivas para proteger especialmente a los pueblos más pobres de
los fenómenos naturales.
De seguir así, sin tomar medidas necesarias, el futuro de América
Central podría ponerse sombrío y peligroso por las sequías que afec-
tarían enormemente la agricultura y la producción de granos básicos
necesarios para la sobrevivencia de los habitantes.
Esta situación no es nueva. Han transcurrido muchos años desde
que los expertos han venido anunciando el cuidado de la naturaleza
con todos sus bienes para proteger el ambiente que nos rodea, pero
hemos hecho oídos sordos y las consecuencias ya son graves.
Todos hemos sido culpables. Si yo me hago daño, le hago daño al
ambiente de mi alrededor. Dice un proverbio hindú que sólo es ecologista
el que ha dejado de hacerse daño a sí mismo. El ecologismo no es
práctica opcional de elección voluntaria. Es ley de vida y responsabilidad
de todos porque se enferma cuando nosotros enfermamos. Somos
uno con el aire que respiramos y la tierra que pisamos.
Por ejemplo, los fumadores no sólo ensucian sus pulmones y los
nuestros (no fumadores), sino el aire que aspiramos. La tala de árboles,
el abuso de las flores, de la grama, el derroche del agua, el excesivo
uso de los bienes no renovables, son un insulto a la naturaleza y falta
de respeto a su dignidad.
Una solución práctica que los hombres podríamos hacer es llevar
una vida sana, limpia, equilibrada y responsable.
Realizar que esto no sería un favor a mí mismo, sino el mejor servicio
que puedo prestarle a la sociedad y el universo entero.
El ecologismo, dice Carlos G. Vallés, es caridad porque piensa en
los demás, en futuras generaciones y se sacrifica por resultados que
nunca verá. Ecologismo es conservar el planeta y mejorar los ambientes,
es renovar la naturaleza para pueblos que no nos conocerán para darnos
las gracias. Todo esto es amor. Todo esto es generosidad desbordada
en desinterés universal. Todo esto es Evangelio.
El bien de uno es el bien de todos. Y ese todos incluye ya no sólo a
hombres y mujeres sino, con generosidad progresivamente abierta y
nuevamente aprendida, a todo lo que vive y existe a nuestro lado, a
todo lo que es vida y naturaleza, todo lo que es creación. Y no podemos
alegar inocencia. Dejemos de hacernos más daño.
Es hora de la acción...
Mayo, 2008.
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